Ginebra acoge la fase final de negociaciones para un tratado internacional jurídicamente vinculante que podría transformar la relación global con el plástico.

Foto: Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, durante su participación en la INC-5.2. (Créditos: UNEP).
El futuro del plástico está en juego. Desde el 5 de agosto, representantes de 184 países y más de 600 organizaciones observadoras se reúnen en Ginebra para concluir la quinta y última sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5.2), cuyo objetivo es alcanzar un acuerdo final sobre un tratado global jurídicamente vinculante para acabar con la contaminación plástica, incluida la que afecta al medio marino.
“El mundo está a punto de acordar un instrumento histórico para poner fin a la contaminación plástica”, afirmó Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), al dar inicio a esta sesión crucial. La frase resume el espíritu de urgencia y esperanza que domina las conversaciones en el Palacio de las Naciones, donde se busca consensuar el texto definitivo del tratado que será adoptado formalmente en una futura conferencia diplomática.
Una oportunidad única para cerrar el ciclo del plástico
La negociación es el corolario de un proceso que comenzó en 2022, cuando la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente adoptó la resolución 5/14 que dio mandato para desarrollar un instrumento internacional vinculante sobre contaminación plástica. Desde entonces, el comité ha celebrado sesiones en Punta del Este, París, Nairobi, Ottawa y Busan, en una secuencia de diálogos técnicos y políticos que ahora llega a su momento decisivo.
El objetivo es acordar un tratado que aborde todo el ciclo de vida del plástico, desde la producción hasta la eliminación, combinando medidas obligatorias y voluntarias para reducir el uso innecesario, fomentar la reutilización, incentivar la innovación y proteger tanto la salud humana como el medio ambiente.
“Estamos ante una encrucijada histórica”, dijo Katrin Schneeberger, directora de la Oficina Federal de Medio Ambiente de Suiza. “Los próximos días son nuestra oportunidad para marcar la diferencia, al negociar un tratado eficaz y establecer soluciones integrales”.
Consensos, desacuerdos y voces clave
A pesar de avances significativos desde la última reunión en Busan (noviembre de 2024), persisten diferencias sobre cuestiones centrales del tratado, como los mecanismos de cumplimiento, la financiación para países en desarrollo y las restricciones a ciertos polímeros o aditivos peligrosos. No obstante, las delegaciones muestran una renovada voluntad de compromiso.
Luis Vayas Valdivieso, presidente del INC, lo expresó con claridad: “Este no es solo un test de nuestra diplomacia, sino de nuestra responsabilidad colectiva para proteger el ambiente y garantizar economías sostenibles”.
Un aspecto distintivo del proceso ha sido la participación activa de una amplia gama de actores no estatales: científicos, comunidades indígenas, recicladores informales, jóvenes y empresas, entre otros. Más de 3.700 participantes se acreditaron para esta sesión, destacando la atención global que concita el tratado.
“Ha sido una verdadera aldea global la que nos trajo hasta aquí”, reconoció Andersen. “Y será esa misma aldea la que determine si podemos construir un futuro sin contaminación plástica, donde todos puedan prosperar”.
Lo que está en juego
El tratado no solo pretende reducir los impactos visibles del plástico, como los residuos en playas y océanos, sino también enfrentar los efectos menos perceptibles pero igualmente dañinos: microplásticos en los cuerpos humanos, pérdida de biodiversidad, emisiones de gases de efecto invernadero y daños económicos por mala gestión de residuos.
De lograrse un acuerdo, este sería uno de los tratados multilaterales más significativos desde el Acuerdo de París sobre cambio climático y el Convenio de Minamata sobre mercurio. Y marcaría un hito en la gobernanza ambiental global.
“Este es el primer paso para vencer la contaminación plástica para todos, en todas partes”, concluyó Andersen.
La cuenta regresiva está en marcha. El mundo observa si los negociadores podrán convertir esta promesa en un pacto real y transformador.