“Red de Escuelas es un libro que sirve como inspiración para ver que el cambio es posible”

Así lo afirma Mariana Corti, Gerenta de RSE y Fundación Pampa Energía. El desafío de promover una relación constructiva y consolidarse como un actor social —además de económico— en cada región donde operan, su mirada sobre el cambio de paradigma que propone el GDFE a través de la acción colectiva, cómo abordan el Programa de Compras Inclusivas Responsables, y la importancia de contar con un programa de prácticas profesionalizantes ante un contexto laboral desafiante, entre los destacados de la entrevista.

Foto: Mariana Corti, Gerenta de RSE y Fundación Pampa Energía.

¿Cuáles son los ejes de trabajo de la Fundación Pampa Energía?

La Fundación Pampa Energía cumple 17 años en 2025. Está presidida por Marcelo Mindlin, y los socios forman parte tanto de Pampa como de la comisión directiva de la Fundación.

Desde sus inicios, la educación ha sido un eje central de trabajo, a través de iniciativas como comedores comunitarios, huertas y programas de alimentación saludable. Sin embargo, a partir de 2016, con la adquisición de Petrobras y la expansión territorial de Pampa, definimos tres ejes estratégicos que mantenemos hasta hoy: educación, empleabilidad e inclusión social y comunitaria. Estos ejes reflejan nuestro compromiso con el desarrollo local y económico de las comunidades donde estamos presentes.

En educación, trabajamos especialmente con escuelas técnicas de nuestras zonas de operación, apoyando las trayectorias educativas de estudiantes en situación de vulnerabilidad y brindando formación docente en todos los niveles. También acompañamos a estudiantes universitarios, priorizando carreras afines a nuestra industria. Este eje se articula con el de empleabilidad, a través de programas de prácticas profesionalizantes y capacitación en oficios, siempre en las comunidades donde operamos.

El eje de inclusión social y comunitaria está orientado al desarrollo local y al trabajo conjunto con organizaciones, adaptándonos a la realidad de cada lugar. Esto es clave porque Pampa está presente en entornos muy diversos, que van desde comunidades de pueblos originarios hasta grandes ciudades como Bahía Blanca.

Además, para nosotros es fundamental el diálogo con las partes interesadas. Nuestro equipo coordina el mapeo de actores clave en cada comunidad vecina a nuestros activos. En algunos casos, somos nosotros quienes desarrollamos las iniciativas y planes de acción; en otros, lo hacen otras áreas de la compañía. Pero siempre estamos atentos a detectar oportunidades de mejora, promover una relación constructiva y consolidarnos como un actor social —además de económico— en cada región.

¿Qué destaca de su participación en GDFE, organización que este año celebra su 30° aniversario?

Este año celebramos el 30° aniversario del GDFE, y para mí, como miembro de su Comisión Directiva, es un orgullo formar parte de una organización que, desde hace muchos años, impulsa una agenda orientada a movilizar recursos para la acción colectiva. Creo que ese es su mayor legado: promover un cambio de paradigma, pasando de acciones aisladas o meramente vinculadas a la visibilidad de una marca, hacia un enfoque que parte de una pregunta clave: ¿qué necesita el territorio? Y, a partir de allí, identificar qué otros actores están presentes y qué podemos hacer juntos para lograr mayor escala e impacto.

Es cierto que las empresas muchas veces desarrollan estrategias de vinculación con la comunidad con un componente muy personal, buscando fortalecer su licencia social para operar. Pero no siempre está incorporada la mirada del territorio ni la articulación con otros. Justamente, el GDFE viene impulsando que esta visión se traslade no solo al plano discursivo, sino a iniciativas concretas.

En nuestro caso, participamos activamente en dos de ellas. La primera es la Mesa de Educación, que actualmente trabaja junto a los ministerios de Educación de San Juan y Río Negro. En San Juan, acompañamos proyectos de alfabetización; en Río Negro, impulsamos una política pública para vincular a las escuelas secundarias con el mundo laboral. En ambos casos, el apoyo de múltiples organizaciones —incluidas empresas locales— ha sido clave para que las iniciativas crezcan y se expandan.

La segunda es el Laboratorio de Articulación Público-Privado, del que fuimos socios fundadores y que, hacia fines de 2024, ya estaba presente en más de 18 ciudades. Además de apoyar su desarrollo a nivel nacional, lo hemos impulsado en Bahía Blanca desde 2022, trabajando junto a empresas locales, organizaciones sociales y el municipio. El objetivo es claro: reconocernos como aliados, identificar oportunidades de colaboración y dejar capacidad instalada para que, a largo plazo, se consoliden políticas públicas.

En Bahía Blanca, el proceso comenzó con un diagnóstico y un mapeo de organizaciones del tercer sector, para luego avanzar en capacitaciones que ya llevan dos años consecutivos. Este trabajo se realiza en conjunto con el grupo impulsor, integrado por Pampa Energía, TGS, Mega, Profértil, Unipar, Dow y la Unión Industrial de Bahía Blanca. Un ejemplo del valor de esta articulación se vio ante la reciente emergencia climática en la ciudad: gracias a los vínculos previos, pudimos coordinar esfuerzos y evitar superposiciones en la respuesta.

Esa experiencia nos anima a seguir profundizando la iniciativa. De hecho, próximamente comenzaremos un diagnóstico territorial en San Patricio del Chañar, Neuquén, junto a otras empresas, para identificar necesidades locales y promover proyectos que sumen esfuerzos y generen un impacto más amplio.

Ustedes cuentan con un Programa de Compras Inclusivas Responsables (CIR) ¿Cómo lo trabajan?

La idea del Programa de Compras Inclusivas Responsables (CIR) nació a partir de experiencias previas de sensibilización que realizábamos en fechas clave como Navidad, Día del Niño o Pascuas. En esas oportunidades organizábamos ferias en las que convocábamos a emprendedores con impacto social o ambiental, es decir, que generaban empleo para sectores vulnerables o desarrollaban prácticas sostenibles.

En estas ferias, los empleados podían conocer y adquirir sus productos, y rápidamente notamos una gran receptividad: la gente valoraba no solo la calidad de lo que compraba, sino también el impacto positivo que esa compra generaba. Esa experiencia nos llevó a preguntarnos cómo podíamos integrar este enfoque dentro de la cadena de valor de la compañía.

Tras un trabajo conjunto muy intenso con el área de Compras, logramos incorporar las CIR a la política de abastecimiento de la empresa, con criterios diferenciales para este tipo de proveedores. Hoy, en nuestro registro podemos identificarlos y ofrecerles condiciones más favorables, como plazos de pago adaptados, acceso a licitaciones con ventajas competitivas y un porcentaje adicional en la evaluación que puede definir su adjudicación, justamente por el valor social que generan.

Además, promovemos el programa capacitando a las áreas clave con poder de compra y organizando espacios de vinculación directa. Un ejemplo fue la primera ronda de negocios que realizamos el año pasado, donde distintas áreas se reunieron uno a uno con proveedores CIR para conocer su oferta, su capacidad de producción y posibles oportunidades comerciales.

De allí surgieron varios casos de éxito en rubros como textil (uniformes para planta), gráfica y catering, entre otros.

En síntesis, trabajamos el programa en tres ejes: sensibilización a través de ferias y eventos especiales, integración del enfoque inclusivo en las políticas y procesos de compras, y promoción activa para acercar a los proveedores de impacto a quienes toman decisiones dentro de la compañía.

Recientemente publicaron un libro sobre su “Red de Escuelas” ¿Qué podemos encontrar en él?

Red de Escuelas nace del trabajo que la Fundación realiza con escuelas técnicas, acompañando a jóvenes en situación de vulnerabilidad para que puedan finalizar sus estudios. Durante nuestras visitas y el diálogo con directivos y docentes, advertimos que no solo era clave ofrecer a los estudiantes la oportunidad de graduarse, acercándolos al mundo laboral, sino también fortalecer a las propias instituciones. Esto implicaba desarrollar nuevas habilidades y capacidades en los equipos directivos y docentes, que son, en definitiva, los principales agentes de cambio dentro de las escuelas.

El programa comenzó en 2020 con una serie de formaciones, y en 2022 nos aliamos con la organización Eutopía para acompañar a equipos directivos en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Neuquén, Salta y Santa Fe. Durante tres años, trabajamos en ejes clave para impulsar el cambio escolar: la revisión del currículum, la evaluación de resultados, la gestión del tiempo y los espacios, el fortalecimiento de los vínculos y el clima escolar, y la mejora de las estrategias de enseñanza.

Para lograrlo, utilizamos diversas herramientas: desde colaboratorios de formación docente con enfoques participativos e innovadores, hasta consultorías escolares con acompañamiento pedagógico durante la implementación de cambios. El nombre “Red” refleja también la creación de comunidades de aprendizaje, donde escuelas de distintas provincias podían encontrarse, compartir objetivos y aprender mutuamente. Además, un aspecto distintivo fue incorporar siempre la voz de los estudiantes, a través de creatones que promovían propuestas innovadoras, muchas de ellas vinculadas a medios de comunicación.

El libro recoge esta experiencia, desarrollada entre 2020 y 2023, y busca inspirar a otras instituciones. Aunque fue un programa de escala acotada, participaron 17 escuelas, 109 docentes y cerca de 12 mil estudiantes en cinco provincias. En sus páginas se encuentran relatos, casos concretos y testimonios que muestran que el cambio dentro y desde la escuela no solo es posible, sino que ya está ocurriendo.

Otro programa destacado es el de prácticas profesionalizantes ¿Cómo abordan este tema?

Es uno de nuestros programas más relevantes, junto con el de acompañamiento a las trayectorias educativas. No solo genera un impacto visible en los estudiantes, sino también dentro de la compañía, ya que moviliza a muchos colaboradores y voluntarios que se involucran activamente.

Su importancia se refleja en el contexto actual: según el último dato del INDEC, la tasa de desempleo en Argentina es del 7,9%, pero en los jóvenes duplica esa cifra. A esto se suman desafíos educativos significativos: solo 22 de cada 100 jóvenes de 15 años están escolarizados en tiempo y forma. Muchos carecen de oportunidades para desarrollar habilidades blandas —como la constancia, la capacidad de adaptación o el trabajo en equipo— y, aun cuando logran acceder a un empleo, el 64% lo hace en el sector informal. También se enfrentan a la falta de capital social, es decir, a la ausencia de esas primeras redes de contacto que facilitan el ingreso al mercado laboral.

El programa de prácticas profesionalizantes busca justamente acortar esa brecha. Ofrece a los estudiantes su primera experiencia en un entorno real de trabajo, donde pueden aplicar lo aprendido en la escuela y darle un sentido práctico. Al mismo tiempo, desarrollan competencias clave como el respeto, la puntualidad, la escucha activa o la capacidad de atención. Incluso trabajamos con ellos la exposición oral, para que puedan presentar y explicar sus proyectos con seguridad.

Este tipo de experiencias marcan una diferencia. No es lo mismo terminar la secundaria y enfrentarse al mercado laboral sin experiencia, que hacerlo habiendo pasado 200 horas en una empresa como Pampa. Además, no nos limitamos a nuestras instalaciones: generamos alianzas con otras compañías y organizaciones sociales. En 2024, por ejemplo, trabajamos junto con la Fundación Siemens y otras entidades de la sociedad civil para que los estudiantes desarrollaran proyectos y análisis vinculados a la eficiencia energética, y que luego presentaran sus conclusiones ante instituciones especializadas.

Contamos estas experiencias con la esperanza de inspirar a más empresas a abrir sus puertas. Porque cuando los jóvenes acceden a estas oportunidades, no solo adquieren habilidades laborales, sino también confianza y redes de apoyo que pueden cambiar su trayectoria profesional. Creemos que es una herramienta esencial para que más personas puedan incorporarse al mercado laboral en condiciones dignas.

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