“El bien público puede ser una alternativa relevante frente a los cuestionamientos de la sostenibilidad”

Así lo afirma Javier García Moritán, Director ejecutivo del GDFE. El balance de los primeros 30 años de la organización y su mirada a futuro, la importancia de incorporar la contribución al bien común como un aspecto central de la misión particular en las organizaciones, los desafíos que debe enfrentar en la actualidad la Inversión Social Privada, las conclusiones de su participación en la Conferencia de la ONU realizada en Sevilla sobre Financiación del Desarrollo, y qué podemos esperar de la XXIII Jornada Anual GDFE, cuyo lema este año es “Un futuro común”; entre los destacados de la entrevista.

Foto: Javier García Moritán, Director ejecutivo del GDFE.

Este año se conmemora el 30° aniversario del GDFE ¿Qué balance hace de lo transcurrido y qué podemos esperar a futuro?

El GDFE cumple 30 años, y lo que nosotros identificamos como más virtuoso de ese recorrido es que, en estas tres décadas, el bien público sigue siendo el objetivo trascendental.

En los últimos años comenzó a producirse un cambio cultural profundo. La mirada unilateral —centrada en el propio foco estratégico— empieza a dar lugar a una nueva forma de actuar: aquella que se orienta hacia lo que se necesita. Mirar de frente a los problemas, no solo desde una perspectiva particular sino construyendo esa mirada de manera multiactoral, marca una verdadera evolución en los medios. Ahora bien, la misión esencial sigue siendo la misma, es decir, la generación de más y mejores bienes públicos.

Hoy comienza a percibirse como fundamental una mayor colaboración en el territorio y una mayor innovación en la gobernanza de proyectos. Creo que estos son los dos elementos que ayudan a comprender esa evolución.

Me gusta pensar que, en términos de futuro, estamos construyendo, junto con muchos de nuestros socios y con otras organizaciones, una visión de cambio cultural.

El hecho de haber cumplido 30 años permite recorrer los hitos más relevantes de nuestra historia y proyectar cómo querríamos que fueran los próximos 30 años. O, dicho en otras palabras, cómo construir una Argentina que en 2055 haya resuelto sus problemas estructurales y todos podamos vivir en una sociedad más justa, equitativa, fraterna y más sostenible.

Una de las formas en que puede expresarse esta visión, es haciendo de nuestro país uno en el que sus instituciones —tengan o no fines de lucro— puedan incorporar la contribución al bien común como un aspecto tan importante como su misión particular. Es decir, que las organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil no lleven adelante iniciativas de responsabilidad social de manera marginal o luego de haber cumplido sus objetivos primordiales, sino que esos objetivos y la contribución al bien común sean dos caras de una misma moneda.

¿Qué desafíos debe enfrentar en la actualidad la Inversión Social Privada?

Da la impresión de que hubo un cambio de agenda y que todavía no terminamos de asimilarlo. Lo cierto es que aquella agenda, que era común para casi todos nosotros, ya no lo es. Me refiero a la agenda de la sostenibilidad.

En este sentido, hay quienes ya aseguran que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han quedado definitivamente atrás. No solo por la incapacidad de las naciones de alcanzar su cumplimiento hacia 2030, sino porque han dejado de ser aspiracionales. Se ha resquebrajado ese horizonte común de sentido. Señalaría ese como el principal desafío: el cambio de contexto o de marco a partir del cual llevamos adelante nuestras iniciativas.

El segundo desafío, vinculado al cambio de marco, es que hoy existe un mayor cuestionamiento al sector privado —o a la inversión social privada— respecto de su compromiso con los aspectos sociales y ambientales. Lo que parecía evidente hasta hace cinco minutos hoy está en discusión.

A esto se suma, en el análisis del contexto internacional, la caída de la cooperación global y la exaltación del individualismo.

Y cuando hablo de exaltación del individualismo, no solo pienso en el deseo particular de personas e instituciones de prevalecer o sostenerse en escenarios tumultuosos, sino incluso en la tendencia a impulsar iniciativas de transformación o impacto social desde una lógica individual. Hay una tensión entre las propuestas que se inclinan más hacia la acción colectiva y una resistencia instintiva a priorizar lo propio por sobre lo común. Me parece que el individualismo todavía mantiene un posicionamiento muy fuerte. Además, la situación económica, con sus vaivenes, favorece cierta retracción en los compromisos de triple impacto y en la inversión social privada.

Por eso, considero que para contrarrestar estas cuestiones de agenda, el bien público puede ser una alternativa relevante frente a los cuestionamientos a la sostenibilidad. Esta idea, casi inherente a la evolución de las instituciones y de las personas en la sociedad —la de velar por “lo que nos debemos unos a otros”—, podría convertirse en una herramienta que nos permita hacer frente a esa disolución o a ese resquebrajamiento de los compromisos que hasta hace poco parecían firmes.

Como desafío positivo, creo que podemos trabajar sobre los conceptos de bien público y de bien común, y también pensar en maneras innovadoras de incentivar esos compromisos para que no claudiquen ante los embates del contexto.

Recientemente, desde el GDFE lanzaron el Ciclo “Encuentro de Expertos” ¿Qué se proponen con dicha iniciativa?

Desde comienzos de año, junto a la comisión directiva y a los socios, comenzamos una reflexión institucional sobre el futuro. Generamos espacios de conversación con nuestros socios, unos 14 encuentros tipo focus group, en los que participaron más del 80% de nuestros miembros y junto al ciclo de diálogo —una iniciativa que sostenemos todos los meses en el IAE— llegamos a una primera reflexión o mejor dicho, a una pregunta: ¿Cómo instituir una plataforma de acción colectiva: una infraestructura organizacional capaz de alinear esfuerzos, capacidades y recursos hacia los grandes desafíos del contexto? Ese fue el disparador para pensar cuáles son los temas primordiales que, como GDFE, debemos sostener e impulsar.

Al mismo tiempo, también buscamos comprender si queremos ser artífices de ciertos cambios estructurales, a qué otras instituciones debemos convocar y con qué entidades conversar para llevar más lejos ese horizonte de transformación, que no se alcanza solo con lo propio y requiere articulaciones más profundas.

Con el “input” de los socios, convocamos a un par de encuentros de expertos, que se desarrollaron en los meses de agosto y septiembre. En ellos participaron especialistas de la sociedad civil, del empresariado y de la academia, pero también científicos, filósofos y otras personalidades que nos ayudaron a reflexionar sobre esta mirada de futuro y sobre cómo construir una movilización de actores capaz de ser más asertiva en nuestras misiones.

Concretamente, con estos expertos abordamos desafíos vinculados al fortalecimiento de la sociedad civil, cómo el sector privado puede contribuir al financiamiento del desarrollo, qué nuevos modelos de gobernanza se requieren para estos desafíos y qué incentivos de bien público es necesario crear y promover para alinear esos esfuerzos.

En definitiva, con los expertos nos propusimos conocer qué tan preparados estamos, y qué actores no pueden faltar en la discusión sobre cómo instituir esa plataforma que movilice institucionalmente a los principales actores de la Argentina hacia esas misiones y objetivos compartidos.

¿Qué conclusiones puede sacar de su participación en la Conferencia de la ONU en Sevilla sobre Financiación del Desarrollo?

La verdad es que la conferencia fue muy interesante, porque, entre otras cuestiones, fue un evento de escala global que reunió a 150 delegaciones oficiales de países, más de 60 jefes de Estado y unas 10.000 personas participando en Sevilla.

En primer lugar, una de las reflexiones es que hay una crisis en el multilateralismo. Da la impresión de que existe una fragmentación de miradas sobre una agenda común, sobre un propósito compartido a nivel global que hoy está en tensión. Lo cierto es que las Naciones Unidas, junto con representantes del Banco Mundial o de la Unión Europea, siguen sosteniendo discursivamente la promoción de la sostenibilidad. Sin embargo, ese camino está tan desafiado que parece haber perdido poder real.

No obstante, si uno tuviera que señalar los aspectos más salientes de la conferencia, hoy existe un convencimiento sobre el rol del sector privado como actor central en la movilización de recursos, y sobre el hecho de que los fondos públicos no alcanzan para cerrar la brecha de financiamiento del desarrollo, calculada en 4 billones de dólares por año. También hubo un llamado muy fuerte, desde las autoridades de los organismos, a “resetear” el sistema y crear uno nuevo que permita alinear esos recursos de manera innovadora hacia los desafíos más estructurales.

Se acerca la XXIII Jornada Anual GDFE, cuyo lema este año es “Un futuro común” ¿Qué nos puede adelantar de lo que sucederá allí?

Es la XXIII Jornada Anual, pero al mismo tiempo, simbólicamente, no deja de ser la Jornada de los 30 años.

Allí vamos a escenificar, de cara a nuestros socios, aliados y al ecosistema de la inversión social y el desarrollo sostenible en la Argentina, la proyección de los próximos 30 años que queremos construir. No queremos quedarnos nostálgicos con los hitos alcanzados en estas tres décadas, sino alinear las miradas y los esfuerzos hacia esa Argentina que queremos construir juntos. Por eso, el lema es “un futuro común”.

Y, al mismo tiempo, para poder proyectar desafíos tan profundos, sentimos que es necesario hacer una pausa. Por eso, la Jornada incluirá momentos de reflexión profunda, en los que intentaremos corrernos de la ansiedad, la hiperactividad y la sobreestimulación, para poder observar desde ese espacio cómo proyectar efectivamente lo que queremos realizar, y no ser rehenes de la repetición contínua.

Una vez predispuestos, generaremos espacios de discusión y conversación sobre tendencias y visiones en torno a estos temas, tanto en la región como en el mundo, con invitados internacionales que llegarán desde América Latina y Europa. Además, habrá un momento artístico para que, más allá de lo que hayamos aprendido, reflexionado o movilizado racionalmente, podamos disfrutar de una instancia cultural e inspiradora y con muchas sorpresas hacia el cierre del evento.

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