Mientras Estados Unidos continúa atrapado en un péndulo político que oscila entre la desregulación climática promovida por Donald Trump y los intentos demócratas por sostener una agenda ambiental más robusta, y mientras la Unión Europea busca equilibrar su ambición regulatoria con una economía que reclama competitividad, en Asia ocurre un fenómeno silencioso pero profundo: las principales economías de la región están construyendo, paso a paso, los cimientos de un nuevo liderazgo ESG.

Foto: Narendra Modi, primer ministro de la India, y Xi Jinping, Presidente de la República Popular China (Créditos: Ministerio de Asuntos Exteriores de China).
China: del mayor emisor del mundo al arquitecto de estándares verdes
En 2025, China aceleró una transformación que hasta hace pocos años parecía improbable. Por primera vez anunció un objetivo absoluto de reducción de emisiones: un recorte del 7% al 10% hacia 2035 respecto de su pico histórico. El compromiso —presentado por Xi Jinping en una cumbre climática de la ONU— se complementa con metas monumentales: 3.600 gigavatios de capacidad instalada en eólica y solar para 2035 y más de un 30% de participación de energías no fósiles en el consumo total.
Pero el avance no es solo energético. Beijing está rediseñando su arquitectura financiera verde. En agosto publicó un catálogo unificado de finanzas verdes, un movimiento estratégico para consolidar criterios y atraer capital bajo reglas más claras y comparables. La emisión de sus primeros bonos soberanos verdes, listados en la Bolsa de Londres en abril, confirma que China busca expandir su influencia también en los mercados internacionales de sostenibilidad.
La señal empresarial también acompaña: según EcoVadis, China superó por primera vez a Estados Unidos en actividad de calificaciones de sostenibilidad, ubicándose solo detrás de Francia. Un hito que indica mayor transparencia y profesionalización en su ecosistema corporativo.
India: regulación, taxonomía y una estrategia industrial verde
India, a menudo relegada a un segundo plano en debates ESG globales, está dando saltos regulatorios que podrían reconfigurar su posición. En junio, el regulador SEBI lanzó un marco específico para bonos sociales, de sostenibilidad y vinculados a la sostenibilidad, con exigencias detalladas de divulgación y validación externa, incluida la robustez de los KPIs y su alineación con la estrategia empresarial.
Este avance se suma a la publicación del borrador de su taxonomía de financiamiento climático, diseñada para movilizar capital hacia sectores compatibles con la transición energética. El objetivo es doble: apoyar el plan de desarrollo Viksit Bharat 2047 y atraer inversiones internacionales con una estructura más clara, previsible y alineada con estándares globales.
Japón: armonización total con ISSB para ganar comparabilidad
Japón, tradicional defensor de la transparencia corporativa, publicó en marzo sus primeros estándares de divulgación de sostenibilidad, los SSBJ Standards, completamente alineados con las normas del ISSB. El país busca posicionarse como un puente entre Asia y Occidente, ofreciendo a los mercados una información comparable, auditable y basada en el nuevo lenguaje global de reportes climáticos.
Singapur: pragmatismo y gradualismo para no dejar atrás a las pymes
En contraste con China, India o Japón, Singapur decidió aplicar el freno. Luego de que las pequeñas y medianas empresas advirtieran que no estaban preparadas para los plazos iniciales, las autoridades postergaron entre tres y cinco años la implementación de varios requisitos de divulgación climática. Las grandes cotizadas seguirán reportando emisiones de Alcance 1 y 2 desde 2025, pero el resto tendrá más tiempo para construir capacidades internas y mejorar sus sistemas de datos. La ciudad-Estado mantiene su ambición regulatoria, pero prioriza la preparación técnica del sector privado.
Un tablero global que se mueve
Mientras Asia avanza en distintas velocidades —pero siempre hacia adelante—, Estados Unidos permanece enfrascado en su propio debate ideológico, donde la dirección de la política climática depende del signo político de la Casa Blanca. En Europa, en tanto, la discusión se centra en cómo sostener un marco regulatorio exigente sin perjudicar la competitividad industrial ni generar fatiga normativa.
En este contexto, la región asiática se está posicionando como un polo emergente de normas, innovación y mecanismos de financiamiento ESG. No lo hace con grandes declaraciones ni confrontaciones políticas, sino mediante una combinación de planificación estatal, incentivos financieros y regulación técnica.
El mundo corporativo ya está tomando nota: el liderazgo ESG del futuro podría no estar en Washington ni Bruselas, sino en Beijing, Nueva Delhi, Tokio o Singapur. Asia no compite por visibilidad. Compite por influencia. Y en 2025, está ganando terreno.


