Argentina presentó su tercera Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC 3.0), el documento que redefine las metas del país frente al cambio climático. A diferencia de las versiones anteriores, la nueva contribución incorpora un cambio sustancial en la forma de calcular y reportar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Para los críticos, ello modifica la lectura sobre el nivel real de ambición ambiental del país. Para el gobierno, en cambio, significa fortalecer la transparencia y la coherencia con los estándares internacionales.

El nuevo compromiso fija un límite de 375 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (MtCO₂e) como meta de emisiones netas para 2030 y 2035. En los papeles, la cifra parece más alta que la meta anterior de 349 MtCO₂e fijada para 2025-2030, pero el Gobierno sostiene que la diferencia no implica un incremento de emisiones, sino una revisión metodológica más precisa y transparente.
El cambio se explica por la adopción de nuevas métricas del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, AR5), la ampliación de la cobertura territorial (del 65% al 79%) y la inclusión de más categorías de emisión y sumideros (de 146 a 162). Estos ajustes hacen que el inventario nacional de gases de efecto invernadero sea más completo y comparable con los estándares internacionales, aunque también reconfiguran la línea base sobre la que se mide el progreso.
Funcionarios de la Subsecretaría de Ambiente aseguraron que el nuevo enfoque permite “un desacople entre el crecimiento económico y la trayectoria de emisiones”, en línea con los compromisos del Acuerdo de París. Sin embargo, el cambio metodológico abre interrogantes sobre cómo se evaluará la ambición real del país frente a sus compromisos previos, dado que las variaciones en los factores de medición pueden alterar la comparación directa entre períodos.
La presentación de la NDC 3.0 incluyó también la Tercera Comunicación de Adaptación (ADCOM 3), que detalla los riesgos climáticos y las prioridades nacionales frente a fenómenos extremos. Por primera vez, el documento reconoce las pérdidas y daños como un componente autónomo de la política climática, junto con la mitigación y la adaptación.
La actualización fue elaborada en el marco del Gabinete Nacional de Cambio Climático, con participación de ministerios, provincias, municipios, empresas y organizaciones civiles. La Cancillería confirmó que la presentación oficial ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se concretará antes del inicio de la COP30 en Belém do Pará, Brasil, donde se evaluará la consistencia de los compromisos nacionales con el balance global de emisiones.
La NDC 3.0, según explicó el director nacional de Desarrollo Sostenible, Nazareno Castillo Marín, es también la puerta de entrada a los mercados de carbono regulados por el Artículo 6 del Acuerdo de París, un instrumento financiero que podría facilitar inversiones en mitigación. Pero advirtió que el desafío principal será convertir los nuevos estándares técnicos en resultados verificables en el territorio: “Lo más importante ahora es transformar las palabras en acciones”, afirmó.


