La discriminación en los procesos de selección laboral en América Latina sigue siendo un desafío generalizado, el cual afecta a millones de personas en la región. Los principales problemas incluyen el sesgo por edad, que limita las oportunidades para trabajadores mayores; la discriminación por género; y la exclusión basada en la apariencia física, que impacta de manera desproporcionada a las personas que no encajan en los estándares de “buena presencia”. Un dato a tener en cuenta: el 86% de las personas afirma haberse enfrentado a una situación de discriminación en un proceso de búsqueda laboral.

Foto: Edmond Dantès / Pexels.
Los resultados provienen de una investigación liderada por Grow – Género y Trabajo, en colaboración con la plataforma de empleo Bumeran, que decidió desenterrar los prejuicios que afectan a millones de personas en la región. También participaron la agencia de publicidad Mercado McCann, que desarrolló la campaña; y NINCH Communication Company, a cargo de la estrategia digital.
Los resultados de la encuesta trazan un mapa de la discriminación en América Latina. En países como Argentina, Chile, Ecuador, Perú y Panamá, los encuestados compartieron experiencias comunes de exclusión. El sesgo más reportado fue la edad, que afecta al 68% de los postulantes. Este patrón se repite con ligeras variaciones en los distintos países: el 75% en Ecuador y el 72% en Panamá señalaron la edad como el principal obstáculo para conseguir empleo.
La campaña “Búsquedas irreales” también destapó otros tipos de discriminación que, aunque más sutiles, son igual de perjudiciales. Un cuarto de los encuestados indicó que el aspecto físico influye directamente en las decisiones de contratación, y esta percepción es aún más fuerte entre mujeres cisgénero y personas LGBTIQ+. Los testimonios recogidos ilustran la crudeza de esta realidad. Un relato anónimo señaló: “Soy responsable y capacitada, pero la sociedad me ve con un ‘defecto’: soy gordita. Cuando los anuncios piden ‘buena presencia’, en realidad se refieren a ser delgada”.
Desentrañando los sesgos ocultos
La campaña “Búsquedas irreales” no solo presentó estadísticas impactantes, sino que también utilizó una estrategia innovadora para hacer visible lo invisible: la publicación de avisos de empleo ficticios que replicaban de manera explícita los sesgos que a menudo pasan desapercibidos en los procesos de selección. Estos anuncios, publicados en Bumeran y otros portales de empleo, exponían de forma cruda lo que muchos postulantes experimentan a diario pero rara vez se menciona abiertamente. Por ejemplo, un aviso solicitaba: “Abogada sin hijos – Estudio jurídico, modalidad presencial – Preferentemente sin familia. Sueldo 30% menor al de sus pares masculinos”.
Al hacer clic en estos avisos, los usuarios eran redirigidos a una página que explicaba la naturaleza ficticia del anuncio, pero que también dejaba en claro que los sesgos que reflejaba son reales y comunes en muchos procesos de selección. Esta táctica buscaba generar un impacto en los postulantes y en las organizaciones, obligando a ambas partes a confrontar una verdad incómoda pero necesaria: los procesos de selección en América Latina están plagados de prejuicios, y estos prejuicios limitan tanto a los trabajadores como a las empresas.
Testimonios que revelan un patrón
Entre los cientos de testimonios que la campaña recolectó, emergen patrones claros de discriminación. Una persona compartió: “Me llamaron para una entrevista, cumplía con todos los requisitos, pero cuando mencioné que tenía 56 años, me dijeron que no estaba dentro del rango de edad que buscaban”. Otro relato denunció la discriminación basada en la maternidad: “En una entrevista me preguntaron si tenía hijos, si pensaba tener más, y si estaba dispuesta a someterme a un análisis de sangre para comprobar que no estaba embarazada antes de firmar el contrato”.
Estos testimonios muestran cómo la discriminación no solo es una barrera para acceder al empleo, sino que también es una fuente de humillación y frustración para los postulantes. Además, revelan que estas prácticas discriminatorias están tan arraigadas que muchos las consideran parte normal del proceso de selección.
¿Qué hay detrás de los sesgos?
El fenómeno de los sesgos inconscientes en los procesos de selección no es nuevo, pero sigue siendo difícil de erradicar. Los sesgos se basan en creencias socialmente construidas y experiencias previas que influyen en las decisiones de contratación sin que los responsables de estas decisiones sean conscientes de ello. Esto lleva a que ciertos grupos, como las personas mayores, las mujeres con hijos, o aquellos con una apariencia física diferente a lo que se considera “estándar”, se vean sistemáticamente excluidos de las oportunidades laborales.
Georgina Sticco, cofundadora de Grow – Género y Trabajo, explica que uno de los principales desafíos es hacer visibles estos sesgos para que las organizaciones puedan enfrentarlos. “Los procesos de selección son la puerta de entrada al mundo laboral. Si no empezamos por ahí, es imposible construir un entorno de trabajo verdaderamente inclusivo”, afirma Sticco.
Desafíos y posibles soluciones
Si bien la investigación de “Búsquedas irreales” expone una realidad compleja, también apunta hacia posibles soluciones. Carolina Molinaro, directora de marketing de Jobint, la empresa matriz de Bumeran, destaca que las organizaciones que adoptan prácticas inclusivas y eliminan los sesgos en sus procesos de selección no solo amplían su pool de talento, sino que también fortalecen su reputación y reducen la rotación de personal. “La diversidad es una ventaja competitiva, y las empresas que la fomentan están mejor posicionadas para tener éxito a largo plazo”, señala Molinaro.
El informe final de la campaña subraya que erradicar los sesgos laborales es un proceso complejo que requiere el compromiso de todas las partes involucradas: empleadores, plataformas de empleo, y los propios trabajadores. Además, el impacto de la campaña muestra que, aunque los sesgos laborales son profundos y persistentes, la toma de conciencia es el primer paso para transformar el mercado laboral en un espacio más justo e inclusivo.