En 2019, cuando 181 CEOs de las empresas más grandes de Estados Unidos, bajo el Business Roundtable (BRT), anunciaron un cambio radical en el propósito de la corporación, la noticia fue recibida como un momento histórico para los negocios. Después de décadas de enfocarse exclusivamente en maximizar las ganancias para los accionistas, estos líderes prometieron servir a un grupo más amplio de stakeholders: clientes, empleados, proveedores, comunidades y el medio ambiente. La promesa de un “capitalismo de los stakeholders” parecía marcar el fin de la era del capitalismo de los accionistas impulsado por la doctrina de Milton Friedman. Pero cinco años después, la realidad es más compleja.
Foto: Paul Polman.
Paul Polman, exdirector ejecutivo de Unilever y uno de los principales defensores de este enfoque, sostiene en un artículo reciente que el capitalismo de los stakeholders sigue siendo no solo relevante, sino crucial para la supervivencia empresarial a largo plazo. Sin embargo, lo que en su momento se presentó como un cambio transformador ha sido, en gran medida, una promesa incumplida. La pregunta persiste: ¿hasta qué punto las empresas han cumplido con este compromiso y qué impacto real ha tenido en un mundo marcado por crisis ambientales, desigualdad y agitación política?
Progreso a medias: ¿Transformación real o “greenwashing”?
Según Polman, ha habido avances importantes desde el anuncio del BRT. El compromiso con la descarbonización es uno de ellos: dos tercios de las empresas Fortune Global 500 han adoptado objetivos de reducción de carbono, un progreso notable considerando que hace una década apenas unas pocas compañías habían asumido este tipo de compromisos. El auge de la inversión en tecnología limpia, que superará los dos billones de dólares en 2024, también señala un cambio en la dirección correcta.
Sin embargo, este progreso viene acompañado de una advertencia. Polman destaca que, a pesar de las señales positivas, las empresas están lejos de alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París de 2015, que busca limitar el calentamiento global a menos de 2 °C. Muchas corporaciones están fallando en cumplir incluso con sus propias metas de sostenibilidad. “El progreso ha sido insuficiente y lento“, advierte Polman, quien subraya que la crisis climática continúa agravándose a un ritmo alarmante.
Además, el contexto político y social actual ha desencadenado una reacción adversa a las políticas ESG, lo que ha llevado a un retroceso en algunos sectores. Empresas como Nike han reducido su personal de sostenibilidad, mientras que otras, como John Deere y Tractor Supply Company, han emitido declaraciones que rechazan sus compromisos previos con la diversidad, equidad e inclusión (DEI) y los objetivos de reducción de carbono. Este retroceso ha sido impulsado, en parte, por la presión política de sectores que ven las políticas ESG como una distracción de los retornos financieros.
El dilema del capitalismo de los stakeholders: ¿Economía o ética?
En este panorama complejo, Polman advierte sobre los riesgos de lo que denomina “greenhushing“, la tendencia de las empresas a silenciar sus iniciativas de sostenibilidad para evitar la controversia. “Estamos viendo cómo las empresas eligen el camino de menor resistencia, en lugar de liderar con valentía“, afirma. Este silencio, según Polman, es perjudicial no solo para la sociedad, sino también para los propios negocios, que dependen de la estabilidad social y ambiental para prosperar.
El capitalismo de los stakeholders, argumenta Polman, no es una cuestión de elegir entre economía y ética. Para él, ambos están profundamente entrelazados. Un enfoque que considere las necesidades de todos los stakeholders es esencial para la resiliencia y la relevancia a largo plazo de las empresas en un mundo que enfrenta la creciente amenaza del colapso de los sistemas naturales y sociales. “No se trata solo de hacer lo correcto; es lo más inteligente desde una perspectiva empresarial“, asegura.
Pero, según Polman, la realidad es que la promesa del capitalismo de los stakeholders no se ha cumplido completamente. Las empresas, presionadas por intereses políticos y económicos, han optado en muchos casos por volver al enfoque tradicional centrado en los accionistas. Y mientras tanto, los problemas que este enfoque prometió abordar —el cambio climático, la desigualdad y la degradación ambiental— se han intensificado.
¿Qué sigue para el capitalismo de los stakeholders?
Polman cree que aún hay esperanza, pero que requiere un cambio de mentalidad más profundo y acciones más audaces. En lugar de ver la sostenibilidad y la rentabilidad como opuestos, las empresas deben adoptar un modelo de negocio regenerativo que no solo minimice el daño, sino que mejore activamente el bienestar de todos los stakeholders. “Este es un momento crucial para la humanidad“, advierte Polman. “No podemos darnos el lujo de retroceder“.
En ese sentido explica que el camino hacia un capitalismo de los stakeholders verdadero y efectivo requiere más que declaraciones públicas; requiere un liderazgo valiente dispuesto a enfrentar la volatilidad política y social con soluciones concretas y sostenibles. Por eso, Polman hace un llamado a las empresas para que revisen sus compromisos y, sobre todo, actúen con la urgencia que los desafíos actuales demandan. Porque, como enfatiza, el costo de no hacer nada superará con creces el costo de actuar.