Por primera vez en su historia, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano, hizo público un Reporte de Sostenibilidad con foco en riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). La publicación llega acompañada de la información equivalente al Tercer Pilar de Basilea III, un estándar internacional que expone la solidez patrimonial de las entidades financieras y la forma en que gestionan sus riesgos. Con ambos documentos, el IOR busca ubicarse dentro de los marcos de transparencia exigidos al sistema financiero global.
El reporte detalla que el Instituto adoptó una matriz de “doble materialidad” para identificar los temas de sostenibilidad más relevantes, tomando como referencia la Directiva europea sobre divulgación de información corporativa en sostenibilidad (CSRD), y que la presentación de los datos se realizó bajo los Estándares GRI. Se trata de metodologías utilizadas por grandes corporaciones y bancos comerciales, un punto que marca un giro en la forma en que el propio Vaticano decide exponer públicamente su desempeño no financiero.
En línea con su misión institucional, el IOR afirma que durante 2024 orientó todas sus decisiones de inversión bajo los principios de la ética católica, excluyendo de su cartera a empresas vinculadas con actividades consideradas nocivas para la vida humana, el ambiente o la sociedad. Según el documento, el 100 % de los productos de la gestión patrimonial cumplieron con esos criterios, lo que, de acuerdo con la entidad, confirma la rigurosidad de su proceso de evaluación de inversiones.
El informe también incluye datos económicos. En el último ejercicio, el Banco Vaticano registró un beneficio neto de 31 millones de euros y generó un valor económico total de 50 millones. Esa cifra se distribuyó entre el Papa (27 %), los empleados (30 %) y los proveedores (18 %), mientras que el resto fue retenido para fortalecer su sostenibilidad financiera. A través de la administración del patrimonio de sus clientes, el IOR reportó además la creación de un valor adicional de 157 millones de euros, un dato que busca reforzar su perfil dual: financiero y social.
En el plano de la prevención de delitos financieros, el Instituto sostiene haber consolidado en los últimos años un sistema alineado con las normativas internacionales contra el lavado de dinero, la corrupción y la financiación del terrorismo. De acuerdo con el reporte, estos mecanismos recibieron evaluaciones positivas por parte de Moneyval, el organismo del Consejo de Europa que supervisa estos estándares. El IOR también señala que cumple con marcos fiscales como la FATCA estadounidense y el convenio tributario con Italia.
Otro de los ejes expuestos es la ciberseguridad. El documento indica que la institución adoptó una Política de Seguridad Informática basada en normas ISO para la protección de los activos tecnológicos, los datos sensibles y la privacidad de los clientes, incorporando además criterios de continuidad operativa para preservar la resiliencia de los servicios financieros.
En materia ambiental, el Banco Vaticano reportó avances vinculados a su proceso de digitalización y transición ecológica. Durante 2024, la desmaterialización de procesos permitió reducir en un 20 % el consumo de papel respecto del año anterior, mientras que el 98,9 % de la energía utilizada provino de fuentes renovables. Estos indicadores forman parte del capítulo ambiental del informe, centrado en la reducción del impacto operativo.
El documento dedica un apartado a la formación y a la educación financiera. A lo largo del último año, el IOR realizó seis jornadas de capacitación para más de 200 clientes, principalmente congregaciones religiosas, y reforzó la formación interna de su personal: 1.060 horas se destinaron a contenidos éticos y religiosos y otras 1.570 horas a prevención de lavado, seguridad, finanzas, sostenibilidad y cumplimiento normativo.
