El greenwashing disminuye por primera vez en seis años, pero aumentan los casos más graves

Por primera vez en seis años, la práctica del “greenwashing” ha disminuido a nivel global. Esta conclusión se desprende del último informe publicado por RepRisk, una firma especializada en el análisis de riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Sin embargo, a pesar de la caída del 12% en los incidentes de “greenwashing” en los últimos 12 meses, el número de casos graves ha aumentado un 30%, lo que plantea preguntas sobre la efectividad de las medidas tomadas hasta ahora para combatir esta práctica.

Foto: Philipp Aeby, CEO y cofundador de RepRisk.

El rol de las regulaciones y el “greenhushing”

El informe sugiere que la disminución en la prevalencia del “greenwashing” está impulsada, en parte, por una mayor presión regulatoria y la creciente vigilancia por parte de consumidores, inversores y organismos reguladores. Las empresas están comenzando a evitar hacer afirmaciones ecológicas exageradas o sin fundamento por temor a represalias. Este comportamiento ha dado lugar a lo que se ha denominado “greenhushing“, donde las empresas optan por mantener en silencio sus acciones ambientales, en lugar de correr el riesgo de ser acusadas de “greenwashing”.

Philipp Aeby, CEO y cofundador de RepRisk, explica que la regulación ha jugado un papel crucial en este cambio. “Los reguladores han avanzado significativamente con legislación para disuadir el ‘greenwashing’. Sin embargo, el riesgo sigue evolucionando, lo que deja a las empresas expuestas a un daño reputacional que podría impactar en sus resultados financieros”, señala Aeby. Las empresas, agrega, necesitan basarse en información externa para verificar la autenticidad de sus afirmaciones ambientales.

A pesar de estos avances, los datos de RepRisk muestran que la gravedad de los casos de “greenwashing” ha empeorado, lo que sugiere que, aunque menos empresas están incurriendo en esta práctica, aquellas que lo hacen están involucradas en incidentes más significativos o sistémicos. Un 30% de las empresas que fueron señaladas por “greenwashing” en 2023 reaparecieron en el informe de 2024, lo que indica una persistencia preocupante.

Disparidades geográficas: la UE lidera, EE.UU. presenta variabilidad

El panorama de la regulación del “greenwashing” no es uniforme a nivel global. La Unión Europea (UE) ha liderado la carga regulatoria, con una disminución del 20% en los incidentes tras la implementación de medidas como la Directiva de Reclamaciones Verdes, que exige pruebas sólidas para respaldar cualquier afirmación ambiental. El Reino Unido, por su parte, registró una reducción más modesta del 4%.

En contraste, Estados Unidos ha mostrado una tendencia más errática. Los casos de “greenwashing” en ese país alcanzaron su punto máximo en 2022 con un aumento del 35% respecto al año anterior. Si bien en 2023 hubo una reducción del 10%, en 2024 los casos volvieron a aumentar un 6%. Este comportamiento irregular podría estar relacionado con la creciente politización de los temas ESG en el país, donde las empresas han sido presionadas por actores políticos y estatales, lo que ha generado una actitud más cautelosa en torno a la promoción de credenciales ecológicas.

Rubros en el foco: el sector financiero bajo la lupa

El informe también arroja luz sobre la evolución del “greenwashing” en sectores específicos, particularmente en el financiero. Entre 2022 y 2023, este sector experimentó un aumento del 70% en los casos relacionados con el cambio climático. Sin embargo, los datos más recientes revelan una disminución del 20% en estos incidentes. A pesar de esta mejora, el sector financiero sigue siendo vigilado de cerca, con un 36% de las empresas vinculadas al “greenwashing” en 2023 que también fueron señaladas en 2024, un porcentaje ligeramente superior al promedio del 30% en otros sectores.

Un problema persistente

A pesar de la disminución general en los casos de “greenwashing”, el aumento de los incidentes más graves subraya la complejidad del problema. Si bien las regulaciones y la mayor presión de los inversores han tenido un impacto, el hecho de que un número considerable de empresas reincida en esta práctica indica que las medidas actuales, aunque eficaces en algunos aspectos, no son suficientes para erradicar el “greenwashing” por completo.

El camino hacia una mayor transparencia en las afirmaciones ambientales de las empresas aún es largo. Mientras que algunas regiones, como la UE, han dado pasos significativos, la variabilidad en otras áreas del mundo refleja la necesidad de una regulación más coherente y global. La evolución de esta práctica dependerá de la capacidad de las empresas para adoptar políticas ambientales genuinas y de los reguladores para adaptarse a las nuevas tácticas que surgen a medida que el escrutinio sobre el “greenwashing” se intensifica.

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