En las naciones desarrolladas, la maternidad genera la mayor parte de la brecha salarial de género, reveló el reciente estudio “The Child Penalty Atlas“, un fenómeno conocido como la penalización por tener hijos.

La paternidad es un factor determinante en la desigualdad de género en el ámbito laboral a nivel mundial. Aunque esta “penalidad infantil” no conoce fronteras nacionales, su magnitud varía significativamente según el país. “The Child Penalty Atlas” revela la disparidad que enfrentan las mujeres en comparación con los hombres tras convertirse en madres.
En Dinamarca, por ejemplo, la proporción de la brecha salarial de género atribuible a la paternidad aumentó del 40% en 1980 a más del 80% en 2013. La llegada de un hijo está asociada con una reducción a largo plazo del 20% en las ganancias y del 13% en la participación en el mercado laboral para las madres, en comparación con los padres.
Hasta ahora, las evidencias que cuantificaban la penalidad infantil estaban limitadas a un puñado de países ricos, ya que estudiar este fenómeno requería grandes cantidades de datos longitudinales sobre mercados laborales, algo difícil de obtener en la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos. El proyecto “The Child Penalty Atlas” ha superado esta limitación utilizando una nueva metodología que permite cuantificar la penalidad infantil con datos de encuestas de hogares o muestras del censo, tipos de datos mucho más accesibles en todo el mundo.
El Atlas recopila datos representativos a nivel nacional para 134 países (que representan más del 95% de la población mundial) y calcula la penalidad infantil en el empleo. Los hallazgos son claros: la penalidad infantil es un fenómeno universal. En casi todos los países, el nacimiento de un primer hijo tiene un impacto significativo y persistente, reduciendo el empleo de las mujeres, mientras que el empleo de los hombres permanece sin cambios. En ninguna parte del mundo se observa un efecto contrario, ni los hombres experimentan cambios en su trayectoria laboral tras convertirse en padres.
A pesar de su universalidad, la magnitud de la penalidad varía enormemente. En el Reino Unido, la penalidad infantil es del 33%, lo que significa que las mujeres se ven afectadas un 33% más que los hombres. En los diez años posteriores al nacimiento del primer hijo, experimentan una disminución del empleo un 33% mayor que la de los hombres. En Estados Unidos e India, esta cifra es del 25%, mientras que en China es del 4%. En promedio, las penalidades infantiles son mayores en Europa Occidental y América Latina, y menores en África Subsahariana y el Sudeste Asiático.
La razón de estas diferencias no es completamente clara, pero algunos patrones interesantes emergen. La penalidad infantil es mayor en sociedades más urbanizadas que dependen menos de la agricultura y más del trabajo asalariado en la industria y los servicios. Esto sugiere que la urbanización y el alejamiento de la agricultura crean una separación entre el hogar y el lugar de trabajo, haciendo que el cuidado infantil sea un obstáculo mayor para el trabajo, un obstáculo que, según el estudio, es marcadamente de género: los hombres no se ven afectados, mientras que las mujeres asumen toda la carga.
La paternidad es un gran determinante de la desigualdad de género, pero solo es parte de la historia. En un escenario hipotético en el que ninguna mujer trabajara, ni antes ni después de tener hijos, la penalidad infantil sería cero, pero la brecha de género sería muy grande. Esto indica que en cada país se puede dividir la penalidad infantil por la brecha de género total para cuantificar cuánto de esta brecha explica.
Comparando esta fracción entre países con diferentes niveles de ingresos, se revela un patrón sorprendente. En los países de muy bajos ingresos, hay una brecha de género sustancial, pero casi no hay penalidad infantil. Esto significa que la desigualdad entre hombres y mujeres es impulsada por otros factores anteriores a la llegada de los hijos, quizás la educación o las normas culturales.
En los países de ingresos medios, la penalidad infantil comienza a emerger y la brecha “inexplicada” persiste, resultando en la mayor brecha de género. En los países de altos ingresos, las mujeres cierran las otras brechas y la parte “inexplicada” desaparece; sin embargo, la penalidad infantil persiste. Como resultado, en la mayoría de las naciones ricas, la penalidad infantil explica virtualmente toda la brecha de género. Más que una desigualdad general entre hombres y mujeres, hay una desigualdad entre madres y todos los demás (incluidas las mujeres que no tienen hijos).
El siguiente paso en la agenda de investigación es investigar cómo los legisladores pueden utilizar las herramientas a su disposición para abordar este problema. En todo el mundo, el cuidado infantil se vuelve cada vez más inaccesible, mientras que las políticas de licencia son casi siempre desiguales para madres y padres. Se busca cuantificar hasta qué punto estos factores contribuyen a la penalidad infantil y cómo los gobiernos pueden actuar para eliminar esta carga desigual. Para los autores, el hecho de que la paternidad sea un motor tan grande de la desigualdad de género no solo es injusto, sino también ineficiente: la mitad de la población enfrenta barreras más altas en su carrera debido a su género.