La imagen tradicional del departamento de finanzas —como un área técnica, centrada en balances, presupuestos y reportes contables— ya no alcanza para responder a los desafíos del presente. Según un artículo publicado por Emmanuel Faber, presidente del International Sustainability Standards Board (ISSB), los equipos financieros deben asumir un rol central en la transformación estratégica de las empresas, en un mundo donde los cambios son permanentes y los riesgos, muchas veces, imposibles de asegurar.

Foto: Emmanuel Faber, presidente del ISSB.
“La necesidad urgente de información que vaya más allá de la contabilidad tradicional está directamente ligada al aumento de los riesgos no asegurables”, advierte Faber. Temas como el cambio climático, la escasez de agua, la degradación del suelo y las tensiones geopolíticas ya no son amenazas lejanas: están impactando las cadenas de suministro, elevando los costos y desafiando la continuidad operativa de las empresas en todo el mundo.
Para ilustrarlo, Faber recurre a ejemplos concretos. El río Rin, en Europa, ha registrado niveles históricamente bajos durante tres veranos consecutivos, afectando el transporte fluvial y generando retrasos logísticos e inflación. Al otro lado del Atlántico, la reapertura proyectada de la planta nuclear de Three Mile Island por parte de Microsoft plantea dudas sobre la capacidad futura del río Susquehanna para enfriar las instalaciones ante el aumento de las temperaturas. Estos hechos obligan a pensar estratégicamente en variables climáticas que afectan inversiones multimillonarias.
En este contexto, los reportes de sostenibilidad dejan de ser una moda o una imposición regulatoria. Son, en palabras de Faber, “un protocolo para (re)crear ventajas competitivas y atraer capital al mejor precio”. Pero para que esta información tenga un verdadero impacto en los mercados financieros, debe ser confiable, comparable y estar integrada a los estados contables.
Aquí es donde los departamentos de finanzas juegan un rol crucial. Deben liderar tres transformaciones fundamentales:
- Integrar el lenguaje de la sostenibilidad en la planificación estratégica y la gestión de riesgos.
- Incorporarlo en los sistemas de planificación de recursos empresariales (ERP) para asegurar la trazabilidad y calidad de los datos.
- Conectarlo con la contabilidad financiera, alineándolo con las normas internacionales.
Frente a los debates sobre si los equipos financieros están preparados para manejar datos de sostenibilidad —considerados por algunos como “imprecisos”— Faber recuerda que muchas partidas contables, como el fondo de comercio, ya se basan en proyecciones e hipótesis. “Las proyecciones climáticas a diez años son, en muchos casos, más sólidas que algunas estimaciones financieras actualmente aceptadas”, subraya.
También advierte contra la tentación de ver la sostenibilidad como un ejercicio de cumplimiento mínimo o marketing verde. La verdadera ventaja competitiva, dice, está en integrar estas métricas a la gestión del negocio, y permitir que el capital fluya hacia las empresas que demuestran su capacidad de adaptarse y prosperar en medio del cambio.
“Las empresas serán evaluadas por su habilidad para construir resiliencia frente a los desafíos actuales y futuros”, concluye Faber. Y será el área financiera la encargada de demostrarlo ante los mercados.