Entre el 24 y el 26 de noviembre, Ginebra volvió a concentrar el debate global sobre el rol de las empresas en la protección de los derechos humanos. El 14º Foro de las Naciones Unidas sobre Empresas y DD.HH. reunió a líderes corporativos, gobiernos, organismos multilaterales, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, en un contexto atravesado por la aceleración tecnológica, la crisis climática, las tensiones geopolíticas y la creciente complejidad de las cadenas de valor.

Foto: UN Working Group on Business & Human Rights en X.
La edición 2025 del Foro se desarrolló bajo el lema “Acelerar la acción en materia de empresas y derechos humanos en tiempos de crisis y transformaciones”, con un mensaje para el mundo corporativo: los compromisos voluntarios ya no son suficientes. La discusión giró en torno a cómo escalar la implementación de los Principios Rectores de la ONU, el estándar global de referencia para prevenir y gestionar impactos adversos sobre los derechos humanos derivados de la actividad empresarial.
Uno de los ejes centrales del Foro fue el refuerzo de las políticas de diversidad, equidad e inclusión como instrumentos de prevención de riesgos empresariales. Los debates pusieron el foco en los límites de los enfoques declarativos y en la necesidad de que los compromisos en materia de no discriminación se integren en los sistemas de gestión, evaluación de proveedores y toma de decisiones estratégicas.
En paralelo, el lanzamiento de un nuevo Helpdesk de Empresas y Derechos Humanos por parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos buscó cubrir una brecha histórica: la falta de asistencia técnica accesible para empresas que enfrentan exigencias crecientes en materia de debida diligencia. La herramienta, gratuita y confidencial, fue presentada como una vía para acelerar la adopción de los Principios Rectores, particularmente en pequeñas y medianas empresas, un segmento que históricamente ha quedado rezagado en estos procesos.
La irrupción de la inteligencia artificial atravesó múltiples paneles. Los riesgos asociados al uso de tecnologías de IA generativa —desinformación, manipulación de procesos, sesgos algorítmicos y vulneraciones masivas de derechos— ocuparon un lugar destacado. A pesar de los llamados a fortalecer marcos de gobernanza, varios especialistas advirtieron sobre el desfase entre la velocidad de la innovación tecnológica y la capacidad regulatoria de los Estados.
Otro de los puntos críticos fue la convergencia entre derechos humanos, crisis climática y pérdida de biodiversidad. Las discusiones evidenciaron una creciente presión sobre las empresas para integrar estos tres vectores en procesos unificados de debida diligencia. No obstante, también se señalaron debilidades estructurales en la trazabilidad de impactos y en los mecanismos de control a lo largo de cadenas de valor fragmentadas y transnacionales.
El debate sobre minería y transición energética expuso con claridad esas contradicciones. América Latina fue señalada como una de las regiones clave para el abastecimiento de minerales críticos, al tiempo que se advirtió sobre los riesgos de profundizar conflictos sociales en territorios con alta presencia de comunidades indígenas y ecosistemas frágiles. La demanda de procesos extractivos preventivos, transparentes y participativos contrastó con antecedentes recientes de fallas en la consulta y la protección de derechos.
La situación de las personas trabajadoras migrantes reapareció como uno de los temas más sensibles. Los intercambios dejaron en evidencia que, pese a los marcos normativos existentes, la explotación laboral, la precarización y las barreras de acceso a la justicia siguen siendo problemas estructurales en cadenas de suministro transfronterizas. La gobernanza basada en derechos fue presentada como condición necesaria para reducir riesgos empresariales, pero también como una deuda pendiente en numerosos sectores productivos.
En cuanto a las pequeñas y medianas empresas, el Foro reconoció que la debida diligencia en derechos humanos continúa siendo un desafío operativo. Se promovieron enfoques graduales apoyados en tecnologías como inteligencia artificial y análisis de datos, aunque también se insistió en que ninguna automatización sustituye los mecanismos de verificación humana ni la responsabilidad final de las decisiones.
Las discusiones sobre el rol de los Estados, el acceso a la justicia, los mecanismos de reparación, la igualdad de género, la participación de los jóvenes y la protección de los pueblos indígenas completaron una agenda amplia que reflejó la complejidad de los desafíos actuales.
Al cierre del 14º Foro, el diagnóstico compartido fue que el contexto global exige acelerar decisiones, escalar la implementación de estándares y traducir compromisos en procesos internos medibles y auditables. Para las empresas, el desafío ya no es si integrar los derechos humanos en su modelo de gestión, sino cómo hacerlo de manera eficaz en un mundo cada vez más volátil y regulado.


