Las brechas de género en el cuidado no son solo un tema social: son un desafío estructural para la productividad, la inclusión y la sostenibilidad del empleo. Así lo plantea el nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que alerta sobre una diferencia promedio de 22,5 semanas entre los permisos parentales remunerados otorgados a mujeres (24,7 semanas) y a hombres (2,2 semanas). Una asimetría que, según el organismo, refuerza estereotipos, limita la corresponsabilidad y reduce las oportunidades de millones de mujeres en el mundo laboral.

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El estudio “Closing the gender gap in paid parental leaves: Better parental leaves for a more caring world of work“, que forma parte de una nueva serie sobre economía del cuidado, cuantifica el impacto de esta brecha y propone caminos de reforma. En la actualidad, el 57 % de la población mundial vive en países donde las mujeres reciben entre tres y seis meses más de licencia paga que los hombres, y en 71 países, los padres no tienen ningún derecho legal a tomarse un permiso remunerado por cuidado. En este escenario, avanzar hacia sistemas más equitativos exige tanto reformas legales como rediseños de financiamiento.
Los autores plantean que para el sector privado el mensaje es que sin igualdad en los permisos, no hay igualdad de oportunidades. “Licencias iguales, bien remuneradas, no transferibles y financiadas públicamente son esenciales para lograr un cambio real”, subraya Sukti Dasgupta, directora de Condiciones de Trabajo e Igualdad de la OIT.
El informe señala además que garantizar un mínimo de 14 semanas de permiso pagado a ambos progenitores, a una tasa del 67 % del salario, requeriría una inversión pública global adicional del 0,13 % del PIB para 2035, lo que podría generar más de cuatro millones de empleos formales. El costo, estimado en 142.000 millones de dólares anuales, se presenta como una inversión estratégica, no solo para los gobiernos sino también para las empresas que buscan mejorar la atracción y retención de talento, fomentar la corresponsabilidad y cerrar brechas de género en sus organizaciones.
España, por ejemplo, ha implementado un modelo neutral por género que ha eliminado la brecha en los permisos. En los países nórdicos, mecanismos como las cuotas “úselo o piérdalo” han logrado que más hombres ejerzan su derecho al cuidado. Y países como Singapur, Dinamarca y Costa Rica están ampliando el alcance mediante esquemas de financiamiento mixto e inclusión de trabajadores informales.
Desde una perspectiva corporativa, desde la OIT explican que estas políticas no solo tienen implicancias para el bienestar de las personas trabajadoras. También inciden en la competitividad, la cultura organizacional y la reputación empresarial. El desafío es diseñar sistemas que integren la equidad en los permisos como una palanca de transformación laboral y económica.
Para avanzar, la OIT propone cuatro líneas de acción: ratificar y aplicar los estándares internacionales (Convenio 183); reconocer legal y financieramente el rol de los padres; garantizar permisos individuales, no transferibles y bien remunerados para cada progenitor; e incluir en la cobertura a sectores informales y empresas de menor tamaño.