Net-Zero Banking Alliance flexibiliza las metas climáticas para la industria financiera

La red global de bancos suaviza el requisito de alinearse con el escenario de 1,5°C y prioriza la flexibilidad ante presiones externas y salidas de grandes miembros.

Net-Zero Banking Alliance (NZBA), la mayor iniciativa global que agrupa a bancos comprometidos con la acción climática, ha aprobado una serie de cambios a su marco operativo que flexibilizan sus metas ambientales, en un movimiento que marca un giro estratégico en su enfoque frente al calentamiento global.

Tras un año de revisión interna, los más de 120 miembros de la alianza votaron mayoritariamente a favor de adoptar nuevas directrices que otorgan mayor margen a las entidades financieras para fijar sus propios objetivos climáticos, siempre en línea con los principios del Acuerdo de París. El cambio más destacado es la eliminación del requisito estricto de alinear las carteras crediticias con un escenario de calentamiento de 1,5°C, reemplazado ahora por la meta más general de mantener el aumento de la temperatura “muy por debajo de los 2°C, con esfuerzos para limitarlo a 1,5°C”.

Este nuevo umbral de ambición representa un distanciamiento de los estándares científicos más exigentes, como los promovidos por la iniciativa Science Based Targets (SBTi), que sigue exigiendo una alineación directa con el objetivo de 1,5°C en su estándar para instituciones financieras. La decisión llega poco después de la salida de seis grandes bancos estadounidenses del grupo, entre diciembre y enero pasados, lo que puso en evidencia las tensiones internas en torno a las obligaciones climáticas.

Estamos a mitad de la década crítica para actuar contra el cambio climático”, señaló Shargiil Bashir, presidente de la NZBA y director de sostenibilidad del First Abu Dhabi Bank. “Estos cambios nos permitirán apoyar mejor a nuestros miembros para que logren sus propias estrategias de descarbonización, reconociendo los distintos contextos regulatorios y de mercado en los que operan”.

La NZBA, respaldada por Naciones Unidas y creada en 2021, ha sido un actor clave en el desarrollo de metodologías para que los bancos establezcan metas sectoriales alineadas con el clima. Sin embargo, el entorno regulatorio y político cambiante —sumado a presiones de accionistas y autoridades— ha llevado a la alianza a priorizar la flexibilidad y el acompañamiento técnico por encima de las metas uniformes.

Entre los cambios aprobados se incluye un mayor énfasis en el trabajo con los clientes de los bancos para estimular mercados verdes y facilitar inversiones sostenibles, así como el reconocimiento de múltiples trayectorias hacia el objetivo neto cero que puedan ajustarse a distintas realidades económicas.

Las críticas no se han hecho esperar. Jeanne Martin, codirectora de compromisos corporativos en ShareAction, calificó la medida como una “decepción profunda”. “Cada décima de grado cuenta, y cuanto más suben las temperaturas, mayores son los impactos y los riesgos financieros para los bancos. En lugar de debilitar los estándares, deberían redoblar esfuerzos para cumplir sus compromisos climáticos”, advirtió.

La alianza asegura que los cambios no significan un abandono del objetivo climático global, sino una actualización de su enfoque ante una coyuntura desafiante. No obstante, el debate sobre la responsabilidad del sector financiero en la lucha contra el cambio climático vuelve a estar en el centro de la escena con esta decisión.

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