En una sala de juntas, los ejecutivos de una multinacional revisan un informe que, en otros tiempos, habrían convertido en una pieza clave de su estrategia de relaciones públicas. Hoy, sin embargo, deciden mantenerlo en silencio. Este fenómeno, conocido como “greenhushing“, está ganando terreno a nivel global y representa un nuevo y desafiante giro en la forma en que las empresas abordan su responsabilidad climática.
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Foto: Sound On / Pexels.
El “greenhushing” no es simplemente una moda pasajera. Se trata de una estrategia deliberada adoptada por compañías que, aunque están comprometidas con metas ambiciosas de sostenibilidad, eligen no comunicar sus acciones al público. Según el más reciente informe “Net Zero 2023/2024” de South Pole, esta tendencia, que surgió tímidamente en 2022, ahora se ha expandido a casi todos los sectores empresariales del mundo. De las 1,400 empresas encuestadas en 14 sectores clave, la mayoría en nueve de estos sectores ha optado por reducir activamente sus comunicaciones sobre el clima.
¿Por qué, en un momento donde la transparencia y la rendición de cuentas son más necesarias que nunca, tantas empresas están cerrando filas y guardando silencio? La respuesta, según el informe, radica en una mezcla de incertidumbre regulatoria, miedo a la crítica pública y presión por parte de los inversores que priorizan las ganancias a corto plazo sobre el futuro climático del planeta.
Los números cuentan una historia llamativa. Aunque el 81% de las empresas encuestadas admiten que comunicar sus objetivos de cero emisiones netas es beneficioso para sus finanzas, casi la mitad (44%) se encuentra hoy más reticente a hacerlo que en años anteriores. La razón principal: la cambiante y confusa normativa regulatoria que, en lugar de incentivar una comunicación abierta, está empujando a las empresas a adoptar una postura de silencio estratégico.
Este silencio no es casual. En sectores como el de los servicios ambientales y el petróleo y gas, la presión de los inversores se ha convertido en un factor determinante. Aquí, más del 50% de las empresas admiten que el temor a la vigilancia y al escrutinio público las ha llevado a optar por el “greenhushing”.
El informe también revela un panorama en el que el discurso climático corporativo está siendo relegado a un segundo plano, incluso cuando las empresas continúan trabajando hacia sus metas de sostenibilidad. A pesar de que muchas siguen invirtiendo en iniciativas más allá de sus cadenas de valor y estableciendo objetivos de cero emisiones netas, el desafío de comunicar estas acciones en un entorno cada vez más regulado y vigilado se ha vuelto casi insuperable para algunas.
“Es posible que estemos presenciando un silencio corporativo antes de la tormenta regulatoria“, sugiere John Davis, CEO interino de South Pole. “Las empresas deben prepararse para un futuro en el que la comunicación sobre el impacto climático no será opcional, sino obligatoria“.
Según los autores del informe, en un mundo donde el clima y el capital se encuentran en un delicado equilibrio, el “greenhushing” es un síntoma de un problema más profundo. Las empresas se enfrentan a una encrucijada: mantener su silencio y arriesgarse a quedar atrás en un futuro de sostenibilidad regulada, o romperlo y liderar con transparencia en un entorno cada vez más exigente. Por eso plantean que el desafío de comunicar estas acciones de manera efectiva en un entorno cada vez más complejo y regulado sigue siendo significativo, y que es crucial que las empresas aprovechen este momento para compartir abiertamente sus progresos y dificultades en la acción climática, permitiendo así una mejor monitorización y aprendizaje a nivel global.