Sobre el futuro de la sostenibilidad empresarial en la era post-Ómnibus

Por Javier Molero Segovia, Director de Proyectos y Sostenibilidad en Pacto Mundial de Naciones Unidas España.

Foto: Javier Molero Segovia, Director de Proyectos y Sostenibilidad en Pacto Mundial de Naciones Unidas España.

Hemos vivido una semana de emociones fuertes con la publicación este pasado miércoles 26 del primer paquete de simplificación Ómnibus de la Comisión Europea. Este ha venido a revolucionar el ámbito de la sostenibilidad empresarial y ha encendido diversos debates entorno a la idoneidad de este nuevo texto y las posibles implicaciones que pueda tener. Este texto normativo busca modificar varias normativas de sostenibilidad empresarial de la UE; la Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad (CSRD), la Directiva sobre Diligencia Debida de las Empresas en Materia de Sostenibilidad (CS3D) y la Taxonomía.

Dejo aquí algunas reflexiones a titulo personal que he ido construyendo conforme iba leyendo a muchos y muchas colegas, así como las opiniones de muchas personas que trabajan en organizaciones, ONGs y sobre todo empresas.

1. La homogeneización de normativas es siempre positiva, sin embargo, no lo es la inseguridad jurídica. Un punto que puede resultar complejo y difícil de gestionar es el hecho de que se ha decidido dejar fuera de la CSRD a todas las compañías que tengan menos de 1.000 empleados/as. Principalmente porque la anterior Directiva 2014/95/UE (a la que sustituye la CSRD) establecía el umbral de reporte en las empresas de más de 500 empleados/as. Estas compañías llevan desarrollando informes de sostenibilidad desde hace ya muchos años, invirtiendo importantes recursos además en los dos últimos años para cumplir con la CSRD. Ahora entran en un escenario de incertidumbre donde lo único que saben con certeza es que se crearán unos estándares voluntarios dirigidos a ellas, lo que puede hacer que sus esfuerzos no se vean recompensados por el mercado. Queda por ver si la Ley española de información empresarial sobre sostenibilidad, de la cual ya tenemos un borrador, se alinea con este nuevo criterio del documento Ómnibus o decide que la normativa continue afectando a más compañías en el territorio nacional.

2. En este y en cualquier otro caso es importante entender que las normativas siempre marcan unos estándares mínimos y que las empresas que lideran el ámbito de la sostenibilidad siempre van un paso más allá, alineando sus operaciones con los estándares y marcos internacionales de Naciones Unidas, tales como los Diez Principios del Pacto Mundial y los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (PPRR). En relación con la diligencia debida, muchas empresas están muy avanzadas en la implantación de los Principios Rectores de la ONU y por tanto su estándar de actuación trasciende al de la CS3D, ya que llevan años analizando sus impactos en la cadena de suministro, más allá del alcance 1 y 2; actualizan de forma anual sus procesos de diligencia debida, identifican los impactos y riesgos en relación a todos sus grupos de interés, cortando relaciones comerciales cuando es necesario y forman y capacitan a su cadena de suministro para generar valor compartido. Este debe ser el camino a seguir, el que muchas compañías ya han emprendido desde hace años.

3. Es relevante que las compañas sigan centrando esfuerzos en un ámbito fundamental y que es además tendencia desde hace ya varios años en el mundo ASG (Ambiental, Social y de Buen Gobierno), la gestión responsable de la cadena de suministro. Hay un precepto del documento Ómnibus que especifica que las grandes compañías afectadas por la CS3D solo podrán pedir información limitada en materia de sostenibilidad a sus proveedores pequeños o medianos, que será aquella que se incluya en unos nuevos estándares voluntarios para las empresas no afectadas por la CSRD (menos de 1.000 empleados/as). Hasta la fecha, muchas compañías han requerido información a sus proveedores en línea con estándares internacionales como GRI o marcos como los Diez Principios del Pacto Mundial o los Principios Rectores de la ONU. Por lo que se corre el riesgo de que las compañías queden limitadas en la información que puedan exigir a sus proveedores, haciendo que su efecto positivo a nivel social y ambiental quede limitado. Creo que es importante que las compañías puedan ser libres para fijar estándares más altos a nivel ASG en su cadena de suministro, siempre y cuando acompañen a sus proveedores a través de formación y capacitación.

4. Es importante considerar y facilitar el trabajo a los inversores. Una mayor homogeneización de la información ASG es siempre bienvenida y por tanto, tal y como pretende el Ómnibus, una mayor alineación de la CSRD, la CS3D y la Taxonomía. Sin embargo, se ha anunciado que al mismo tiempo se quieren revisar los Estándares de Reporte de Sostenibilidad Empresarial (ESRS), elaborados por EFRAG, para reducir el número indicadores, priorizando la eliminación de indicadores cualitativos. De nuevo, muchas compañías llevan ya implementado desde hace tiempo estos estándares, familiarizándose con ellos y por tanto facilitando a los inversores el poder tomar decisiones racionales y seguras. Esta modificación puede alargarse mucho en el tiempo y puede dar lugar a una mayor confusión para las compañías. Además, en el ámbito de los derechos humanos los indicadores cualitativos son clave para poder entender bien la dimensión de los impactos y riesgos de una compañía. Por último, los actuales ESRS han sido elaborados de forma minuciosa por EFRAG tras años de consultas multiactor y están alineados con los marcos de Naciones Unidas, por lo que corremos el riesgo de que esto pueda cambiar.

5. La reducción de la obligación de poner en marcha planes de transición climáticas a través de la CS3D puede poner en riesgo el cumplimiento del Acuerdo de París, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y principalmente el Pacto Verde Europeo, del cual se deriva el objetivo de la UE de ser neutros en carbono en 2050. Existen muchas voces criticas sobre la necesidad de que la Unión Europea asuma una una mayor ambición climática para que la región pueda cumplir con los objetivos de neutralidad de carbono.

6. Para la elaboración del documento Ómnibus se debería haber llevado a cabo un proceso legislativo más participativo, incluyendo a más actores y empresas en las consultas y extendiéndose el proceso más en el tiempo, como ya ocurrió con la CSRD y la CSDDD. La transparencia y la participación en los procesos reguladores son esenciales para garantizar una normativa sólida y eficaz. El diálogo y la participación de los grupos de interés -incluidas las empresas, la sociedad civil, los sindicatos y otros actores clave- ayudan a identificar los impactos y a reforzar la aplicación efectiva de la normativa. El documento Ómnibus aún debe de ser objeto de debate y acuerdo por el Parlamento y el Consejo Europeo, por lo que es importante que se escuchen a todas las voces a partir de ahora.

7. Por último, es importante, ahora más que nunca reivindicar a la sostenibilidad como palanca de competitividad. Este proceso ha hecho dudar a muchas personas y organizaciones de que el vinculo entre sostenibilidad y competitividad es real. Y corremos el riesgo de que aparezcan más voces que defiendan este enfoque. Los profesionales de la sostenibilidad llevamos años dando argumentos, ofreciendo estudios y mostrando casos reales de empresas que han hecho de la sostenibilidad un valor y un elemento clave para ser más competitivas. Es momento de reforzar los mensajes y datos empíricos que relacionan la sostenibilidad con la rentabilidad y las oportunidades de negocio.

Hasta aquí las principales reflexiones que quería compartir, que surgen a raíz de importantes debates que están teniendo lugar en los últimos días. De lo que no dudo ni un segundo es que la sostenibilidad empresarial continuará entre nosotros de forma indefinida, con o sin determinados requerimientos normativos.

Es un buen momento para que las empresas continúen demostrando su liderazgo en el ámbito ASG, cumpliendo por supuesto con la legislación, pero yendo un paso más allá, como muchas llevan haciendo años, para alinear sus actuaciones con los marcos internacionales de Naciones Unidas. Mostrando así al conjunto del tejido empresarial que, haciendo las cosas de manera excepcional, el impacto social y ambiental puede ayudar a generar un impacto económico directo. Necesitamos, como siempre, empresas competitivas y ambiciosas en el ámbito de la sostenibilidad, que lideren la transición hacia un modelo económico más sostenible y resiliente.

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