“Tenemos que tratar de no perder el volumen que ha tenido la agenda de sostenibilidad”

Las palabras las pronunció Flavio Fuertes, Director Ejecutivo de Pacto Global Argentina, durante una entrevista realizada en el marco del lanzamiento del primer Think Tank Report de Sustenomics. Los modelos en pugna y el proceso de discusión de la agenda de desarrollo que se da en la actualidad, los principales desafíos a los que se enfrenta el sector privado en materia de sostenibilidad, por qué cree que los Chief Sustainability Officers ocuparán un rol clave en los próximos 10 años, y el proyecto de crear una coalición de líderes empresariales de América Latina y el Caribe, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.

Foto: Flavio Fuertes, Director Ejecutivo de Pacto Global Argentina, Sebastián Bigorito, Director Ejecutivo del CEADS, Javier García Moritán, Director ejecutivo del GDFE, y Pablo Leidi, Director de Sustenomics, en la entrevista realizada en el marco de la presentación del Think Tank Report de Sustenomics.

¿Qué balance hace de lo que está sucediendo en la actualidad?

Desde mi punto de vista, tenemos que mirar todo el proceso que se está dando en la actualidad como un proceso de discusión de la agenda de desarrollo. Me parece que la centralidad que tuvo la sostenibilidad, que fue ocupando espacio en el sector empresarial, en la sociedad civil, y dentro de la política, de alguna manera lo que se está viendo ahora es una contraofensiva. Una contraofensiva de algunos, que lo que viene a discutir es la agenda de desarrollo misma de los próximos 30 ó 40 años, donde muestran una resistencia a la transición muy fuerte.

Me parece también que siempre hemos intentado de alguna manera desromantizar la idea de la sostenibilidad, como que todos iban a salir ganando. Pero detrás del lema “el futuro que queremos”, hay ganadores y perdedores. Y lo que estamos viendo con algunos de estos movimientos es que vienen a cuestionar no solo la Agenda 2030, sino fundamentalmente que vienen a ideologizar. Y hay un grupo de sectores que no están dispuestos a perder y que tienen un gran poderío económico, cuyo modelo consiste en una economía basada en fósiles. En ese sentido, me parece que el segundo proceso es el de la ideologización.

De nuestra parte, siempre hemos intentado proteger a esta agenda del proceso de ideologización. Que en Argentina a mí, debo decirlo, sí me sorprendió obviamente. Si uno mira en Argentina del 2015 en adelante, hubo un primer proceso bastante razonable de conectar la Agenda 2030 con las prioridades nacionales de desarrollo, de generar un proceso más de abajo hacia arriba, de apropiación de cuáles eran los vectores de desarrollo. Luego vino la pandemia, me parece que ahí uno puede identificar un primer indicio o esbozo de ideologización de la Agenda 2030, y luego tuvimos el anuncio de la presidencia del gobierno nacional con una disociación del Pacto para el Futuro. Y, me parece en ese sentido, que el 2024 nos coloca frente al desafío histórico de la Argentina de ir a contramano.

Porque Argentina va contramano. En los últimos 40 años el país va en ese sentido. Por eso, me parece que nuestro rol es volver a conectarnos con la discusión que aparece a nivel global. Es decir, abrir la economía cuando todo el mundo la cierra, es ir a contramano. Disociarse del Pacto para el Futuro cuando todo el mundo dice hay que rediscutir una nueva agenda de desarrollo, que hay que ver cómo regulamos la inteligencia artificial, que hay que ver qué pautas de gobernanza global tenemos con respecto a los nuevos medios de comunicación, y ahí aparece el Pacto Digital, que hay que ver cómo financiamos esta agenda y nos vamos de ahí; todo eso es disociarnos de las discusiones globales que ha tenido el país.

Pero que nadie lo tome como que esto es un tema de este gobierno. Por lo general Argentina ha estado bastante disociada de la agenda global. Y me parece que eso se ve en términos del desarrollo argentino. No hay ninguna duda de que el desarrollo argentino, comparado con la región, muestra un retroceso cuando todo el mundo va avanzando. En ese sentido, creo que lo más importante para nosotros en el 2024 ha sido que incluso en un contexto muy complejo las empresas siguen diciendo “esta es mi agenda”. Y me parece que ese es un buen lugar desde donde agarrarse. En Pacto Global Argentina, por ejemplo, adhirieron 40 compañías. Siempre digo que es un acto de valentía en un contexto donde hay tanta incertidumbre. Porque asumir un compromiso público que te obliga a reportar todos los años cómo construyo este valor en las tres dimensiones, me parece que es un buen dato. Y es la esperanza de donde creo nos tenemos que volver a agarrar.

Creo sí que en los próximos años hay que seguir fortaleciendo todos los instrumentos de gestión empresarial que le permiten a las empresas disociarse de esta agenda política-ideológica, y mostrar que este es un buen negocio. Y creo que ahí nos aparece una gran oportunidad, independientemente de lo que decida la política nacional e internacional.

¿Cuáles considera que son los principales desafíos a los que se enfrenta el sector privado en materia de sostenibilidad?

Voy a focalizar en tres desafíos. El primero es que hay que seguir amplificando el movimiento. Nosotros en 2024 cumplimos 20 años, y fue una buena oportunidad celebrarlo haciendo una serie de actividades en el interior, y ratificar la avidez, el interés, y el compromiso de esas empresas que por lo general no aparecen en los medios de comunicación, y donde hay muy buenas noticias. Yo creo que está bueno seguir amplificando este movimiento, el cual desde Pacto Global siempre hemos intentado federalizar la mayor cantidad posible de actividades para traer conocimiento, para conectar a empresas que están más vinculadas con las tendencias globales, con las empresas que están en los entornos locales, las cuales tienen una gran capacidad de influencia en esos contextos. Porque si uno va a una ciudad de 100 mil habitantes y trabaja con una empresa que emplea 400 / 500 trabajadores, estás teniendo un impacto realmente muy importante. Ahí aparece un desafío de seguir generando este gran movimiento. Y me parece que en el interior hay, insisto, muchas condiciones en términos de interés, conocimiento, avidez y buenas prácticas, que hay que acompañarlas con algunas de las tendencias e instrumentos globales.

El segundo desafío yo creo que, pensando más en nosotros como institución y en los directores de sostenibilidad, es tratar de no perder el volumen que ha tenido la agenda de sostenibilidad. Si nosotros vamos a ver en el contexto nacional que hay ciertos temas de los cuales no hay que hablar, que no son parte de una agenda, como es el caso de derechos humanos, género, o cambio climático, claramente la agenda puede empezar hacerse más flaca, a desnutrirse. Y lo que uno ve a nivel global es todo lo contrario.

Me parece que en los últimos 10, 20 ó 30 años la agenda de sostenibilidad en el mundo, y en Argentina, fue creciendo. Y me parece que nosotros podemos llegar a vivir en el contexto nacional un proceso de desnutrición de la agenda de sostenibilidad. Y ahí aparece un desafío de cómo no perder volumen, de cómo no dejar de hablar de aquellas cosas de las cuales tenemos que hablar. Desde las más básicas y primordiales por las cuales estamos trabajando en este campo, como pobreza, desigualdad, género, diversidad, etc; con aquellas que son más acuciantes como cambio climático, etc.

El tercer desafío es hablar de las críticas que se le está haciendo al sistema Naciones Unidas. Pero yo creo que el sector privado argentino tiene una gran oportunidad. En los últimos años el sector privado no ha querido, no ha sabido, o no ha podido utilizar su capacidad y su influencia, y muchas veces ha utilizado el silencio como manera de avalar ciertos procesos de desarrollo que truncaron el proceso real de desarrollo en Argentina. En ese sentido, yo creo que no hay que olvidarse de que así como hay a nivel nacional ciertos actores que rechazan esta agenda, que tiene vigencia hasta el 2030 por lo menos, y que ahora dicen nosotros no queremos discutir la próxima agenda, hay otros actores que sí dicen “esta agenda sigue teniendo validez”. Validez política, y validez para construir planes de desarrollo. Creo que el tercer desafío pasa también por ahí. Por cómo nosotros, y cómo el sector privado argentino, va a utilizar su capacidad de poder influenciar, de poder decirle a una clase política “hasta acá”, el límite está acá. Y hay ciertas tendencias que se están viendo de no querer dialogar. Me parece que se está empezando a reproducir una cierta cultura parecida a la que se rechazó en los últimos años, del negacionismo hacia el otro que es complejo.

Creo que el sector privado, en el cual depositamos mucha confianza, todavía tiene hay una gran oportunidad, por lo menos para decir “hasta acá”, acá está el límite. El límite está en el desprecio, está en el irrespeto, está en negar que ciertos temas hay que ponerlos sobre la mesa. Y ahí aparece un desafío interesante. Porque no es fácil hacerlo. Y para poder tener cierto éxito me parece que es importante no perder esos espacios de vínculo y de diálogo público-privado, que en Argentina son pocos.

No hay que olvidarse que todavía hay muchos actores que sí están interesados en sentarse a la mesa entre lo público, lo privado y la sociedad civil. Y encontrar maneras de crear soluciones que resuelvan los problemas sociales y ambientales. Me parece que ahí hay un tercer desafío por delante.

¿El rol de los Chief Sustainability Officers está destinado a desaparecer o debería jerarquizarse cada vez más?

Como decía antes, vamos a vivir los próximos 5 ó 10 años una pugna por dos modelos. Un modelo extractivo de fósiles, de negocios basados en fósiles; versus negocios basados en la naturaleza, por ponerlo rápido en dos modelos bien antagónicos. Y yo creo que el director de sostenibilidad está en el centro de la agenda que se va a discutir en los próximos 10 años.

Con lo cual, lejos de perder relevancia, va a ser cada vez más relevante. Y creo, además, que estamos en una oportunidad única. Todos los que estamos en este campo, seamos o no directores de sostenibilidad, estamos en el momento exacto de la historia donde podemos llevar el mundo hacia un lado o hacia el otro. Con lo cual, lejos de perder relevancia, lejos de perder interés, lejos de perder capacidad en las empresas, me parece que van a tener lugar muy relevante en los próximos años.

¿Qué desafíos encarará Pacto Global en el próximo año?

Nosotros tenemos tres prioridades. La primera es la de acelerar la agenda. A pedido del Secretario General de la ONU se ha lanzado una campaña de focalizar la contribución empresarial alrededor de cinco grandes temas, que tienen una gran capacidad de catalizar impacto positivo en el resto de la agenda. Así que vamos a acelerar nuestra oferta de valor alrededor del tema de Agua, Acción Climática, Género, Salario digno en la cadena de suministro, y las Finanzas Sostenibles. Ese va a ser el primer foco, el de acelerar, porque estamos entrando en los últimos 5 años y hay que llegar lo mejor preparados al 2030.

Con respecto al segundo proyecto, nosotros creemos que hay espacios a nivel regional para conectar a los directores de sostenibilidad, pero no hay espacios para conectar a los CEOs de las empresas. Pacto Global hizo una iniciativa piloto en África, The Business Leader Coalition, y vamos a crear una coalición de líderes empresariales de América Latina y el Caribe, con dos objetivos. El primero es el de compartir buenas prácticas. Y en segundo lugar, tratar de visibilizar la capacidad de innovación y de resiliencia de América Latina y el Caribe en escenarios globales, llámese High Level Political Forum, llámese Leader Summit de Global Compact, llámese Davos, etc. Es un proyecto bastante ambicioso, que esperemos que en el 2025 se concrete.

Y el tercero es seguir creciendo. Pacto Global es el movimiento de sostenibilidad más grande del mundo con 23 mil compañías adheridas. Lo cierto es que el 2025 nos va a ver con aproximadamente un 30% menos de participantes, porque va a haber empresas que no van a tener la capacidad de poder presentar su Comunicación para el Progreso, que es un elemento clave de rendición de cuentas. Entonces el 2025 va a ser un año de volver a salir a convencer a más empresas de que el camino es “saber hacer y hacerlo saber”. Esa es la manera que entendemos que tiene que que responder el empresariado en los próximos años. Así que el tercer desafío va a ser seguir creciendo a nivel global, y en Argentina también.

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