El legado del Papa Francisco para el mundo de la sostenibilidad

Cerca de cumplirse diez años de la publicación de la encíclica Laudato si’, falleció el Papa Francisco. En una década atravesada por crisis ambientales, transiciones tecnológicas y nuevos paradigmas globales, el Papa se consolidó como un líder que no le escapó a los grandes debates de su tiempo. Desde el cambio climático hasta la inteligencia artificial, su pontificado fue una voz crítica, propositiva y comprometida con el destino común de la humanidad y el planeta.

Foto: Papa Francisco (Créditos: Vatican News).

Publicada en 2015, Laudato si’ fue mucho más que una carta encíclica: se trató de un llamado urgente a cuidar la “casa común”. Dividida en seis capítulos, la encíclica abordó temas como la contaminación, el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la escasez de agua y la creciente desigualdad. Pero su verdadero aporte fue haber propuesto una ecología integral, una visión en la que los problemas ambientales y sociales no se analizan por separado, sino como parte de una misma crisis compleja que exige respuestas coordinadas, éticas y espirituales.

Francisco interpeló con claridad al sector privado, a los gobiernos y a la ciudadanía global. Advirtió sobre los peligros de un modelo económico que prioriza el máximo beneficio con el menor costo, en detrimento de los más vulnerables y del equilibrio ecológico. Señaló que los daños ambientales no pueden justificarse bajo promesas de progreso que, en realidad, dejan comunidades enteras sin futuro. Consciente del poder de las grandes corporaciones y del marketing para moldear opiniones, pidió mirar con honestidad las consecuencias reales de nuestros modos de producción y consumo.

En Laudato si’, el cambio climático es presentado como “uno de los principales desafíos actuales para la humanidad”, y su origen humano es asumido con claridad. Francisco denunció que los más poderosos tienden a ocultar los síntomas del problema en lugar de enfrentarlo, y pidió una transición energética justa, que no sacrifique a los más pobres, sino que los incluya. También defendió el derecho de los países del sur global a recibir ayuda económica para adaptarse y enfrentar las consecuencias de la crisis climática.

Ocho años después, el Papa profundizó estas ideas con la exhortación apostólica Laudate Deum (2023), un texto más breve, pero igual de incisivo. En él, critica duramente los fracasos de las conferencias sobre el clima, la debilidad del multilateralismo actual y la falta de voluntad política para enfrentar el calentamiento global. Denuncia a los negacionistas, y alerta sobre una tendencia a trivializar la emergencia climática. “Ya no se puede dudar del origen humano del cambio climático”, escribe, al tiempo que señala cómo las sequías, inundaciones y otros fenómenos extremos ya están desplazando a millones de personas.

Además de la crisis ecológica, Laudate Deum también actualiza el pensamiento del Papa sobre la tecnología. Francisco alerta sobre los límites del paradigma tecnocrático, que considera a la naturaleza como un simple recurso disponible para el crecimiento ilimitado. Este paradigma, según el Papa, alimenta una visión de poder sin límites, que convierte al ser humano en un riesgo para sí mismo. En este contexto, Francisco propuso en 2024 una idea nueva: la necesidad de una “algorética”, una ética específica para regular la inteligencia artificial.

El pontífice expresó su preocupación por el hecho de que “la decisión sobre la vida y el destino de un ser humano se confíe a un algoritmo”. En una época en que los sistemas automatizados deciden sobre contrataciones, créditos, vigilancia o incluso acceso a servicios sociales, Francisco advierte sobre la deshumanización que implica delegar juicios morales a máquinas. “No todo aumento de poder es un progreso”, afirma, pidiendo repensar colectivamente el sentido del poder humano.

Otro punto destacado de su mensaje ha sido el llamado a cuestionar el actual modelo de desarrollo. Porque según el Santo Padre, la desigualdad contamina mortalmente a nuestro planeta. “La sostenibilidad es una realidad con diversas dimensiones: la dimensión medioambiental y las dimensiones social, relacional y espiritual”. Porque para él, no todas las soluciones medioambientales tienen los mismos efectos sobre los más pobres y, por lo tanto, hay que preferir aquellas que reducen la miseria y las desigualdades. “Mientras intentamos salvar el planeta, no podemos descuidar al hombre y a la mujer que sufren. La contaminación que mata no es sólo la del dióxido de carbono, la desigualdad también contamina mortalmente a nuestro planeta”, afirmó.

Muchas respuestas a estos desafíos se pueden encontrar en la encíclica social “Fratelli tutti”. Allí Francisco explica que la fraternidad y la amistad social son las vías indicadas para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, con el compromiso de todos: pueblo e instituciones. En ella reafirma con fuerza el no a la guerra y la globalización de la indiferencia. También plantea que los problemas globales requieren una acción global, y no una “cultura de los muros”. Además es enfático al señalar que “el mercado por sí solo no lo resuelve todo“.

El legado del Papa Francisco en materia de sostenibilidad es, en definitiva, el de haber trazado un puente entre fe, ciencia, política y justicia social. Frente a la tentación del cinismo o la indiferencia, su voz ha sido un recordatorio persistente de que el futuro del planeta no se decide solo en laboratorios o parlamentos, sino también en nuestras conciencias y en nuestras comunidades. Diez años después de Laudato si’, su mensaje sigue más vigente que nunca: no habrá un mundo justo si no es también sostenible.

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