La sostenibilidad como motor de competitividad y prosperidad

A pocas semanas de la realización del Foro Iberoamericano de Negocios Responsables, Juan Pablo Morataya, Director Ejecutivo de CentraRSE, reflexiona en el siguiente artículo sobre cómo las empresas que adoptan prácticas sostenibles no solo optimizan su desempeño operativo, sino que también fortalecen su capacidad de atraer inversión, acceder a mercados internacionales y contribuir al desarrollo económico del país. En el caso de Guatemala, afirma, la sostenibilidad empresarial puede ser la clave para avanzar hacia una economía más sólida y lograr el tan ansiado grado de inversión.

Foto: Juan Pablo Morataya, Director Ejecutivo de CentraRSE.

En el actual panorama empresarial mundial, la sostenibilidad ha evolucionado de ser un mecanismo comunicacional para mejorar la imagen de la empresa para convertirse en un componente estratégico fundamental para la competitividad. Las empresas que integran iniciativas de sostenibilidad en sus operaciones logran una ventaja competitiva tangible, manifestada en mayor eficiencia operativa, reducción de costos y acceso preferencial a mercados internacionales con estándares elevados. Este enfoque no solo optimiza el desempeño empresarial individual, sino que, cuando se adopta de manera generalizada, se convierte en un catalizador para el crecimiento económico nacional y un factor determinante en la evaluación crediticia del país.

La conexión entre sostenibilidad y competitividad opera en múltiples niveles. Operacionalmente, las prácticas sostenibles, como la eficiencia energética, la gestión inteligente de recursos, la gestión de riesgos sociales y la innovación en procesos generan ahorros directos y mejoran la productividad. Estratégicamente, permiten a las empresas cumplir con los requisitos de cadenas globales de valor cada vez más exigentes, abriendo puertas a nuevos mercados y clientes dispuestos a pagar primas por productos y servicios con credenciales sostenibles. Financieramente, las empresas con modelos sostenibles demuestran menor riesgo operativo y mayor resiliencia, lo que se traduce en mejores condiciones crediticias y acceso a un creciente pool de capitales internacionales que priorizan inversiones con criterios ESG.

Este círculo virtuoso de sostenibilidad y competitividad empresarial tiene un impacto macroeconómico significativo. Cuando un número crítico de empresas adopta estas prácticas, se crea un efecto multiplicador que fortalece toda la economía nacional. Sectores más productivos y eficientes atraen mayor inversión extranjera directa, generan empleos de mayor calidad y contribuyen a una balanza comercial más favorable. Además, la consolidación de un ecosistema empresarial sostenible mejora la percepción internacional del país como destino de inversión, reduciendo el riesgo país y el costo del capital.

El camino hacia el grado de inversión se construye precisamente sobre estos cimientos de competitividad sostenible. Las agencias calificadoras evalúan no solo indicadores macroeconómicos tradicionales, sino también factores como la estabilidad institucional, la fortaleza del sector privado y la capacidad de atraer inversiones de largo plazo – todos aspectos que se ven reforzados por la adopción generalizada de prácticas empresariales sostenibles. Un tejido empresarial competitivo y sostenible envía señales claras a los mercados internacionales sobre la solidez y madurez de la economía, elementos clave para lograr una mejora en la calificación crediticia.

La transición hacia este modelo requiere visión estratégica y acción coordinada. Las empresas líderes deben demostrar con hechos que la sostenibilidad genera resultados financieros tangibles, mientras que las cámaras y gremios empresariales pueden facilitar la adopción de estándares comunes y mejores prácticas. Paralelamente, la articulación con políticas públicas que incentiven la inversión sostenible puede acelerar esta transformación.

Guatemala se encuentra en un momento decisivo donde la adopción estratégica de la sostenibilidad empresarial puede marcar la diferencia entre mantener el estatus quo o dar el salto hacia una economía más competitiva y atractiva para la inversión internacional. Las empresas que lideren esta transición no solo estarán asegurando su propio futuro, sino contribuyendo a construir las bases económicas sólidas que el país necesita para alcanzar el anhelado grado de inversión. La sostenibilidad, en este contexto, deja de ser un tema de responsabilidad social para convertirse en la piedra angular de una estrategia nacional de competitividad y prosperidad económica.


Foro Iberoamericano de Negocios Responsables 2025

Organizado por CentraRSE, se realizará en Guatemala los días 16 y 17 de julio, y contará con más de 2,000 participantes y más de 30 conferencistas internacionales.

Bajo el lema “Sostenibilidad: innovar, competir, prosperar”, el foro se enfocará en cómo integrar criterios ambientales, sociales y de gobernanza en las estrategias empresariales, con el fin de impulsar una competitividad más resiliente y rentable.

Más información en: www.centrarse.org y foro.centrarse.org

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