Así lo afirma Gustavo Castagnino, quien recientemente fue nombrado como nuevo presidente del Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE). Los motivos que lo llevaron a postularse para presidir la organización, los desafíos que tienen pensados encarar durante su gestión, su mirada sobre el libro “La acción colectiva”, y cómo se están preparando para celebrar los primeros 30 años del GDFE, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.
¿Qué lo llevó a postularse para presidir el GDFE?
Siempre me atrajo el GDFE. Entre otras cosas porque hay una comunidad muy particular e interesante, que en la actualidad incluye a más de 80 empresas y fundaciones empresarias, y que va a cumplir 30 años en 2025. Hay una voluntad clara de trabajar en conjunto los temas, y veo menos egos comparado con otras organizaciones.
Siento también que la acción colectiva que estamos impulsando se da de una manera muy especial dentro de GDFE. Y eso me moviliza desde otro lugar. A diferencia de otras posiciones que he ocupado en diferentes organizaciones, acá veo que hay un interés de llevar a cabo acciones concretas y tangibles, que a mí desde lo personal me movilizan.
Además, el GDFE hoy está en un momento muy interesante. La comisión directiva que me acompaña es un grupo de gente que tiene muchas ganas de trabajar y que están muy comprometidos con la inversión social y la sustentabilidad.
Todo ello me impulsó a postularme como presidente, a tomar un rol más protagónico. Porque más allá de los que estamos en la comisión directiva, siento que hay una gran voluntad de los socios para trabajar de esta manera.
¿Qué desafíos tienen pensados encarar durante su gestión?
Lo primero que quiero destacar es que tenemos un equipo, una dirección ejecutiva, y un grupo de trabajo que están atrás de cada una de las iniciativas de GDFE, encabezado por Javier García Moritán, que es un lujo. Se cuenta con un seniority que muy pocas veces se da en otras organizaciones y que da mucha tranquilidad para trabajar. Eso por un lado.
Con respecto a los desafíos que tenemos, creo que uno importante es fortalecer cuál es nuestro lugar en la sociedad y en la comunidad, sobre todo en un momento tan complejo para la Argentina. Entender dónde se posiciona el GDFE.
Si uno ve las iniciativas que estamos teniendo, desde el Laboratorio Público-Privado, la Mesa de Educación, hasta la Iniciativa de Finanzas Sostenibles, se observa que en cada una de ellas hay una promoción del diálogo entre las empresas, el tercer sector, y el sector público. En momentos en los cuales el diálogo no está tan promocionado o tan de moda.
Me parece que ahí el GDFE tiene un rol muy importante que jugar, que tiene que ver con la acción colectiva. Porque si no trabajamos en conjunto, no dialogamos, no se va a lograr ningún cambio trascendental en Argentina. Y, en nuestro caso, cada una de las iniciativas que tenemos están conformadas por un grupo de empresas que las sponsorea y otras que se suman a esas iniciativas aunque hoy no sean socias de GDFE. Pero lo que siempre hay es una promoción genuina del diálogo, el poder sentarse como empresas o fundaciones empresarias para conversar con los actores del territorio, que incluye tanto al sector privado, a las organizaciones de la sociedad civil, como a las autoridades. Para que entre los tres sectores podamos generar un diálogo que nos permita entender claramente cuáles son las necesidades que se ven, y podamos entender cuáles son los desafíos que hay en cada lugar.
Porque muchas veces el error que se comete desde las empresas es tener actividades enlatadas, que se arman y que probablemente funcionan en algún lugar, pero que no funcionan en todos lados. Y, en ese ida y vuelta, entender cuáles son las necesidades reales para después trabajar muy fuerte en institucionalizar cualquier acción que se realice. Para que después eso no dependa de que un socio de esa actividad se baje, o cambien las autoridades, etc. Porque el gran desafío para mí pasa por ahí, por fortalecer las acciones que ya tenemos, como el trabajo en conjunto, la acción colectiva, el diálogo, y tratar de que estas iniciativas se institucionalicen. Porque ahí es donde se puede ver un cambio, generar algo tangible, concreto y real.
¿Qué perfil quieren darle a la organización en los próximos años para lograr esos objetivos?
El GDFE es una institución que cuenta con más de 80 socios, dentro de los cuales están las empresas más importantes del país. Pero que tiene que tener una visibilidad mucho mayor.
Siempre doy el ejemplo de que yo “no puedo aceptar” que un líder de opinión, sea una autoridad, un periodista, un CEO, o un director de Asuntos Corporativos de una empresa, no sepa qué es el GDFE. Este es un trabajo interesante que tenemos que hacer, que yo lo tomo hasta desde el lado personal, para que todo el mundo conozca qué es el GDFE.
Porque, además, lo que veo es que hay una necesidad de muchas compañías de sumarse a un espacio como este. Lo noto de manera muy natural. Como que el GDFE, sin hacer mucha movida, atrae. Y hacer una movida mucho más fuerte es un desafío para los próximos dos años, en el camino a los 30 años de la organización. Para que el GDFE se institucionalice de tal manera que no dependa siempre de las mismas personas. Por eso la importancia de que todos los socios estén involucrados y se sientan parte de la organización. Para que dentro de dos años, cuando tengamos que reelegir autoridades, tengamos 10 socios o 10 personas que levanten la mano y digan “yo quiero ser presidente” o “yo quiero estar en la comisión directiva”. O que quieran acompañar de alguna manera, o estar en cada una de las iniciativas que el GDFE tiene. Es un trabajo complejo pero que nos motiva muchísimo a todos.
Además, queremos que cada uno de los socios y miembros de la comisión directiva se transforme en un embajador del GDFE para multiplicar el mensaje. Es un activo que hay que aprovechar y promover.
¿Qué balance hacen y cómo se están preparando para celebrar los primeros 30 años del GDFE?
Sin esos 30 años que pasaron no existiría el GDFE. Eso está claro. Si no hubiera habido cinco fundaciones empresarias que en 1995 se reunieron y dijeron “tenemos que empezar a trabajar en conjunto”, hoy el GDFE no existiría. Con lo cual hay que hacer un reconocimiento hacia el pasado de todo el trabajo que se hizo. Que hoy tengamos 80 socios, de la magnitud de los socios que tenemos, habla de un trabajo que se hizo durante tres décadas muy fuerte y sostenido. Y no es fácil encontrar una organización que cumpla 30 años hoy en Argentina.
Además, un desafío muy grande que asumió el GDFE en los últimos años fue generar iniciativas que a nosotros nos enorgullecen, como son el Laboratorio Público-Privado, la Mesa de Educación, la Iniciativa de Finanzas Sostenibles. Y discutir y dialogar de una manera muy profesional si lo que estamos haciendo en relación a la inversión social privada está bien o está mal, o si hay que trabajarlo de otra manera.
Me parece que en ese diálogo, que se da en un ciclo que se hace en el IAE, nos atrevemos como organización a poner en duda cosas que veníamos haciendo, que para mí es muy valioso. De hecho, hubo momentos en que algunas cosas que se venían haciendo se empezaron a poner en duda, y eso nadie lo tomó como personal, sino que se analizaron nuevamente para ver cómo había que cambiarlas o mirarlas desde otro lado.
Porque hoy cuando se habla de Inversión Social Privada sumar solamente los presupuestos de las compañías en el tema no dice mucho. Primero porque es una muestra limitada a 80 fundaciones o compañías, que son nuestros socios. Luego porque muchas compañías tienen acciones de impacto que probablemente no lleven presupuesto, como puede ser la formación de recursos humanos. Por eso, el dinero solo es un dato que te sirve, por ejemplo, para comparar con otros países. Pero no es un dato que hoy sea representativo del impacto que tienen las empresas en lo social o en la comunidad. Ahí también hay un desafío interesante, y que se da todos los días, que tiene que ver con cómo nos repensarnos permanentemente como organización.
Recientemente se presentó el libro “La acción colectiva”, cuyo autor es Javier García Moritán, Director ejecutivo del GDFE ¿Cómo interpela el concepto a la organización?
Hoy estamos viviendo un mundo cada vez más polarizado, con blancos y negros, pero con pocos grises. Sucede en Argentina, Chile, Brasil, México, Estados Unidos, Europa, etc.
En ese sentido, creo que el rol de organizaciones como el GDFE es seguir promoviendo el diálogo y la conversación entre los actores de la sociedad, para entender la acción colectiva.
Y sobre el libro que escribió Javier García Moritán sobre el tema, yo lo veo como el libro del GDFE, porque la organización está atrás, porque cuenta sus desafíos.
A mí me pone muy orgulloso que Javier haya logrado concretar el sueño del libro, al cual le puso mucho tiempo, cabeza y corazón. Porque es el libro que nos representa como organización. Porque si bien lo cuenta desde lo personal, también lo hace desde lo colectivo. Y nos dice “esto somos, estos son nuestros desafíos, y hacia allá queremos ir”.
Por eso, me parece importante que nos demos este debate y nos discutamos. Para saber en dónde estamos parados como organización, justo cuando estamos por cumplir 30 años. Y para que el GDFE sea una institución que dure 30 años más.