Canje de deuda por naturaleza: el caso El Salvador que sirve de modelo para el mundo

El país centroamericano concreta la mayor conversión de deuda por naturaleza de la historia y destina los recursos al cuidado de su principal fuente hídrica y energética.

Foto: Río Lempa (Créditos: Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador).

En octubre de 2024, El Salvador cerró una operación financiera inédita: el mayor canje de deuda por naturaleza realizado hasta la fecha, por un monto de 1.000 millones de dólares. El acuerdo, estructurado por JP Morgan y respaldado por la Corporación Financiera de Desarrollo de Estados Unidos (DFC) y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), tiene como objetivo canalizar recursos para proteger el río Lempa, principal fuente de agua y energía del país.

La operación permitirá al país refinanciar bonos por 1.031 millones de dólares a tasas más bajas, lo que se traduce en un ahorro estimado de 352 millones de dólares a lo largo del vencimiento de la deuda. De ese total, cerca de 350 millones se destinarán al Programa de Conservación y Restauración del Río Lempa, diseñado para ejecutarse en un horizonte de 20 años.

El esquema contempla dos vías de financiamiento. Por un lado, se invertirán 200 millones de dólares en proyectos directos de conservación, a razón de 9,75 millones por año. Por otro, se nutrirá un fideicomiso con 150 millones de dólares, en cuotas anuales de 7 millones, con el objetivo de garantizar la continuidad del programa más allá del año 2044.

El plan incluye acciones para mejorar la calidad y cantidad del agua, restaurar ecosistemas, proteger la biodiversidad y aumentar la resiliencia climática de la cuenca. Entre los compromisos asumidos por el Gobierno salvadoreño destacan la declaración de 75.000 hectáreas como áreas protegidas, la implementación de un sistema de monitoreo hídrico y el desarrollo de un Plan Nacional de Recursos Hídricos Integrados.

El río Lempa, de más de 422 kilómetros de longitud, recorre tres países de Centroamérica, pero 360 de esos kilómetros atraviesan el territorio salvadoreño. Su cuenca abastece de agua potable al 68% de la población, incluida parte del área metropolitana de San Salvador, y es la principal fuente de energía hidroeléctrica del país. Sin embargo, enfrenta presiones significativas derivadas de la contaminación, la deforestación, la expansión agrícola y los efectos del cambio climático.

El Programa de Conservación será gestionado por Catholic Relief Services (CRS) en conjunto con el Fondo de Inversión Ambiental de El Salvador (FIAES), y supervisado por una junta directiva integrada por representantes del gobierno, USAID y organizaciones no gubernamentales.

Para CAF, la participación en este acuerdo se alinea con su meta de posicionarse como el principal banco verde de la región. La institución ha anunciado una inversión de 25.000 millones de dólares en financiamiento ambiental y climático antes de 2026. “Esta transacción demuestra que es posible articular soluciones financieras innovadoras que contribuyan al desarrollo sostenible y a la conservación de recursos estratégicos”, señaló su presidente ejecutivo, Sergio Díaz-Granados.

El caso salvadoreño ofrece un modelo concreto de cómo los mecanismos de deuda por naturaleza pueden aplicarse en países con alta vulnerabilidad ambiental y fiscal, integrando objetivos ecológicos con una mejora del perfil financiero.

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