Un nuevo informe elaborado por UNEP FI y CAF confirma la consolidación de la sostenibilidad en el sistema financiero de Chile, aunque persisten desafíos para su profundización.

El sistema bancario chileno atraviesa una etapa de consolidación en materia de sostenibilidad. Así lo demuestra el informe “La sostenibilidad en el sistema bancario de Chile 2.0”, elaborado por la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI) y CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe-, con el apoyo de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras de Chile (ABIF) y la consultora internacional ERM. Según el reporte, el 90% de las instituciones financieras del país ya cuenta con sistemas de gestión de riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), un salto significativo frente al 36% registrado en 2017.
El informe actualiza el diagnóstico realizado ocho años atrás. En esta edición, la encuesta alcanzó bancos que representan cerca del 80% de los activos del sistema financiero chileno, lo que refuerza la relevancia de sus hallazgos.
Entre los avances más relevantes destaca también la oferta de productos financieros sostenibles: el 90% de las entidades ofrece instrumentos como hipotecas verdes, líneas de crédito para eficiencia energética y financiamiento para energías renovables, en comparación con el 73% reportado en 2017. Este desarrollo va acompañado de una mayor adhesión a iniciativas globales como los Principios de Banca Responsable y la Net Zero Banking Alliance (NZBA), lo que refleja un compromiso más estructural con las finanzas sostenibles.
A nivel institucional, el ecosistema regulatorio ha acompañado esta evolución. El informe reconoce el rol activo de la Mesa Público-Privada de Finanzas Verdes y los avances en materia normativa que han permitido acelerar la incorporación de criterios ESG en la banca. Los autores explican que estos esfuerzos han posicionado a Chile como uno de los referentes regionales en la materia.
Sin embargo, el informe también identifica brechas que requieren atención. Entre ellas, la falta de datos confiables, la escasa estandarización en la medición de impactos y la necesidad de fortalecer las capacidades técnicas en sostenibilidad —particularmente a nivel directivo—. Asimismo, la implementación efectiva de la Taxonomía de Actividades Económicas Medioambientalmente Sostenibles (T-MAS) sigue pendiente, al igual que una integración más profunda de temáticas como la biodiversidad o la economía circular.
“El camino hacia una banca más sostenible continúa, y este reporte es una hoja de ruta valiosa para seguir avanzando”, señaló Carolina López, representante de UNEP FI.