La influencia silenciosa del lobby climático corporativo

Un informe revela que miles de grandes empresas no informan sobre sus actividades de cabildeo relacionadas con el cambio climático, ni cuentan con mecanismos internos para supervisarlas.

Un nuevo informe de la organización sin fines de lucro Danu Insight, especializada en tecnología climática, advierte sobre un fenómeno poco visible pero con efectos significativos: el lobby corporativo en políticas climáticas. A través del análisis de los informes públicos de 8.500 empresas cotizadas a nivel global, el estudio concluye que una amplia mayoría no informa sobre sus actividades de cabildeo ni cuenta con procesos internos para gobernarlas adecuadamente.

Según el informe —titulado Silent Influence— el 78% de las compañías analizadas no publica ninguna información sobre su lobby climático, ya sea directo o a través de asociaciones. Además, el 75% carece de evidencia pública sobre mecanismos internos que permitan supervisar estas actividades y verificar su coherencia con los compromisos climáticos asumidos.

Un área poco regulada y difícil de auditar

El lobby empresarial, por definición, se mueve en espacios poco transparentes. En el contexto climático, según los autores del informe, esta falta de visibilidad puede tener consecuencias concretas: obstaculización de regulaciones ambientales, retraso en políticas de transición energética y desalineación entre lo que las empresas dicen públicamente y lo que defienden en instancias de influencia política.

La gobernanza del lobby climático es una dimensión crítica y hasta ahora subestimada en los esfuerzos por enfrentar la crisis climática”, señala el informe. “Las empresas pueden comprometerse con objetivos de carbono cero, pero si al mismo tiempo apoyan —directa o indirectamente— políticas que van en dirección contraria, esos compromisos pierden credibilidad”.

Pocos estándares, escasa rendición de cuentas

Danu Insight utilizó inteligencia artificial y técnicas de análisis automatizado para evaluar la información disponible. Para ello diseñó dos marcos de referencia: uno de transparencia (que mide la calidad de las divulgaciones sobre cabildeo) y otro de gobernanza (que evalúa si existen políticas internas, responsables asignados y revisiones de alineamiento entre acciones e intenciones).

Los resultados muestran que solo un 4% de las empresas cuenta con estructuras de gobernanza calificadas como sólidas o completas. Asimismo, se encontró una fuerte correlación: aquellas empresas con mayor gobernanza tienden a tener también una mayor transparencia en sus divulgaciones.

Riesgos para inversores y vacíos normativos

Más allá de las implicancias políticas, el informe señala que esta falta de transparencia representa un riesgo financiero. En un contexto donde los fondos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) ganan peso, no saber cómo una empresa influye en la legislación puede exponer a los inversores a sanciones regulatorias o daños reputacionales.

También se advierte que, mientras aumenta la regulación sobre emisiones o uso de energías fósiles, el ámbito del lobby corporativo sigue siendo un “punto ciego” para reguladores e inversores.

El papel de las asociaciones empresariales

Uno de los focos del informe es la actividad de las asociaciones sectoriales. Estas organizaciones suelen representar los intereses de sus miembros en discusiones legislativas y regulatorias, pero muchas veces adoptan posturas contrarias a los objetivos del Acuerdo de París.

Una empresa puede declararse alineada con la transición energética, pero si forma parte de una asociación que bloquea políticas climáticas, su credibilidad queda comprometida”, advierten los autores.

Una oportunidad de mejora

Para los autores del estudio, la gobernanza del lobby climático representa una oportunidad poco explorada. Así como la presión inversora ha logrado avances en la divulgación de emisiones o riesgos físicos asociados al cambio climático, algo similar podría lograrse en este campo si se promueven marcos regulatorios estandarizados y se exige mayor rendición de cuentas.

La influencia política empresarial no va a desaparecer”, concluye el informe. “Pero puede volverse más transparente y más coherente con los objetivos climáticos globales. Para eso, hace falta que empresas, inversores y gobiernos comiencen a tratar el lobby climático como lo que es: un factor determinante del futuro de la política ambiental”.

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