“Tenemos que sacar a la sostenibilidad del discurso ideológico o político y llevarla a la cuenta de resultados”

Así lo afirma Juan Pablo Morataya, Director Ejecutivo de CentraRSE. La importancia de entender a la sostenibilidad como motor de competitividad y prosperidad, el balance de la edición 2025 del Foro Iberoamericano de Negocios Responsables, la necesidad de homologar la conversación sobre sostenibilidad en la región y no solo hablar entre convencidos, el desafío de aprender a trabajar en conjunto entre lo público y lo privado para poder lograr un verdadero desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe, y los proyectos que tienen pensados encarar en el futuro, entre los destacados de la entrevista.

Foto: Juan Pablo Morataya, Director Ejecutivo de CentraRSE.

En un artículo reciente mencionó que hay que entender a la sostenibilidad como motor de competitividad y prosperidad ¿Por qué lo considera así?

Creo que la afirmación de considerar que la sostenibilidad es un motor de competitividad y de prosperidad es absolutamente acertada, y creo que lo comprobamos. Cada vez es más relevante en el entorno empresarial que la sostenibilidad ya no se trata únicamente de una tendencia o una moda, sino de un cambio fundamental en cómo las empresas pueden generar valor en el largo plazo.

Diría que, con la experiencia que tuvimos en el Foro Iberoamericano, logramos comprobar esta premisa de por qué hoy el tema de la sostenibilidad está vinculado directamente a temas de productividad y de competitividad en cinco grandes áreas.

Lo primero que logramos ver e identificar es que la sostenibilidad hoy ayuda a la reducción de costos y a la eficiencia operativa. Es una competitividad muy inmediata que se traduce en optimizar recursos, en eficiencias operativas, en implementar prácticas sostenibles como la gestión eficiente de la energía o del agua y la reducción de residuos. Todo esto tiene un impacto directo en los estados financieros y en la reducción de costos operativos. Eso, evidentemente, siempre hará que las empresas sean más rentables y más competitivas.

El segundo aspecto que consideramos importante es que hoy la sostenibilidad también se entiende como innovación y como una vía para diferenciarse. Y eso también es competitividad a mediano o largo plazo. La verdad es que creo que cada vez vinculamos más la sostenibilidad con la innovación y la transformación digital, y menos con iniciativas filantrópicas o asistencialistas. El modelo está evolucionando, y creo que ahí las empresas se ven impulsadas a desarrollar, a través de la innovación, nuevos productos, nuevos servicios o modelos de negocio que sean en primer lugar más conscientes de los temas ambientales y sociales. Esto genera nuevas fuentes de ingresos en el corto, mediano y largo plazo. Pero también permite a las empresas diferenciarse de sus competidores, atrayendo a segmentos de mercado cada vez más conscientes y a nuevas generaciones de consumidores que privilegian a las empresas que, mediante la innovación y la sostenibilidad, atienden esos requerimientos. Esto se puede ver claramente en el desarrollo de empaques biodegradables, en productos cuya trazabilidad puede certificarse, en la economía circular y en otros ámbitos. Así que la innovación también respalda esa afirmación.

Un tercer aspecto, que es fundamental, es cómo hoy la competitividad de una empresa también está vinculada a la atracción y retención del talento. Y esto tiene que ver con prosperidad y capital humano. La sostenibilidad es realmente un imán muy poderoso para atraer talento. Las nuevas generaciones, en particular, buscan conectar sus propósitos personales o profesionales con un propósito claro y con un compromiso de las empresas hacia la sociedad y el medio ambiente. Una empresa sostenible es cada vez más atractiva para profesionales calificados, mejora en general la calidad del talento y del capital humano, y eso contribuye a la prosperidad. Lo hemos visto en los últimos cinco años: profesionales que quieren sentirse orgullosos de ser parte de una empresa motivada por causas y propósitos que trascienden la rentabilidad.

Además, un cuarto elemento, que me parece de los más importantes, es que hoy la reputación y la confianza son verdaderamente relevantes. La sostenibilidad ayuda a mejorar ambos aspectos. Adoptar prácticas sostenibles fortalece tanto la reputación como la imagen de marca de una empresa. Los inversores, los consumidores y los reguladores valoran cada vez más las prácticas de gobierno corporativo, la transparencia y la capacidad de generar confianza con todos los públicos de interés. Esto abre puertas a nuevas oportunidades de negocio y ayuda a mitigar y gestionar riesgos asociados a crisis de imagen, contribuyendo directamente a cómo una empresa se posiciona en el largo plazo.

Durante el Foro Iberoamericano se pudo ver que cada vez más las empresas entienden que la gestión de la sostenibilidad es rentable en el largo plazo, porque ayuda a gestionar valores intangibles que hoy son muy importantes en una sociedad cada vez más crítica y que exige comportamientos éticos de las empresas que le brindan bienes o servicios. Creo que eso es fundamental.

Y el quinto punto, vinculado a la competitividad, lo discutimos en una buena conversación con la gente del Programa Nacional de Competitividad, con Peter Prazmowski y con muchos otros en el marco del Foro. El acceso a nuevos mercados y a financiamiento está cada vez más condicionado por la sostenibilidad, que puede entenderse como un requerimiento, pero también como una enorme oportunidad. Lo que estamos viendo es que, para países como Guatemala y en general para América Latina, puede ser una gran oportunidad para llegar a mercados más sofisticados. La sostenibilidad abre la puerta a estos mercados que exigen y privilegian prácticas responsables, pero también habilita a las empresas a optar a financiamiento. Cada vez más inversores priorizan los criterios ESG para capitalizar proyectos; existen fondos dedicados exclusivamente a empresas sostenibles, así como bonos etiquetados. Esto representa una oportunidad enorme. Además, muchos mercados emergentes o nichos de consumo buscan activamente productos y servicios sostenibles. Para una empresa que logra entenderlo y verlo a largo plazo, puede significar expansión y crecimiento en el corto, mediano y largo plazo. Los bonos verdes o etiquetados, el cumplimiento de normativas internacionales para exportar, son ejemplos claros de cómo esto se traduce en oportunidades concretas.

Para concluir la respuesta, la sostenibilidad como motor de transformación no solo implica cumplir con normas o actuar por ética, sino asumirla como una estrategia de negocio integral que impacta directamente en la capacidad de una empresa para reducir costos, innovar, atraer talento, construir marcas y reputaciones más sólidas y acceder a nuevas oportunidades en mercados y financiamiento. Creo que es la clave no solo para ser competitivo hoy, sino también para asegurar la prosperidad en el largo plazo y para generar empresas más resilientes en un futuro incierto. Porque hablamos de futuro, pero sabemos que puede ser muy cambiante, y la sostenibilidad puede darle sustento a las empresas para enfrentar esos desafíos.

¿Qué balance hace de la edición 2025 del Foro Iberoamericano de Negocios Responsables?

La verdad es que es un balance muy positivo por cuatro razones importantes. Primero, logramos una convocatoria internacional relevante y significativa. Principalmente porque tuvimos la oportunidad de escuchar experiencias de distintos países, de distintas empresas que representaban a muchos sectores, y logramos que hubiera espacios donde el intercambio de las mejores prácticas nos ayudara a ver en qué medida, a nivel de Iberoamérica, estamos homologando la conversación; en qué medida estamos homologando los mismos criterios o estamos entendiendo la sostenibilidad.

También logramos que hubiera espacios donde se compartieran los desafíos, y que pudiéramos ver que realmente no hay una gran diferencia entre los retos y desafíos que, en materia de sostenibilidad, tienen las empresas en Guatemala, en Argentina, en Costa Rica o en México; que los desafíos que se nos presentan son comunes. Y el lograr homologar la mayoría de los desafíos también nos dio la oportunidad de identificar en dónde están las oportunidades, donde las empresas logran deshacerse del imaginario de las fronteras entre países. Porque en Iberoamérica pareciera que tenemos una frontera compartida, y que lo mismo que un banco puede estar haciendo hoy en el diseño de productos financieros sostenibles para tres países de la región, es algo muy similar que puede tener un impacto en Colombia, y que nos permita reducir la brecha de desigualdad en Iberoamérica. Creo que ahí conseguimos que el lenguaje fuera común, y que hubiera un espacio donde ese tipo de conversaciones se dieran para ponernos todos en un mismo plano. Creo que eso fue algo importante.

Segundo, creo que el poder tener una convocatoria tan amplia con distintos grupos de interés, el que estuvieran tomadores de decisión, y que tuviéramos más de 2.500 personas atendiendo en tres días a los distintos eventos, quiere decir que el tema es atractivo y que hay un apetito por parte del sector empresarial de seguir aprendiendo de las mejores prácticas.

Ese diría que, para mí, es el tercer gran logro que hubo en el espacio de los Sustainable Talks, de los Speed Talks: que haya empresas cada vez más dispuestas a compartir sus buenas prácticas, y empresas también dispuestas a aprender de lo que otros están haciendo. Creo que esa fórmula es infalible para los espacios como los de los boards. Porque cuando tú puedes escuchar de un colega de otro sector, de tu mismo sector o hasta de un competidor qué le está funcionando en temas de gestión de la ética, cómo está implementando una iniciativa, y que puedas con eso evaluar tu trabajo o la estrategia que estás siguiendo, y que cada vez haya más apertura en compartir buenas prácticas, creo que el haber tenido más de 30 empresas durante esos días, de distintos sectores y niveles, hablando de sus casos, es algo importante.

Y el cuarto punto, que me parece importante rescatar y que nos lo confirman las encuestas de evaluación, es que casi el 80% de los expositores estaban en un puesto de toma de decisión. Hubo paneles donde eran CEOs, presidentes de empresa, pero no era el Chief Sustainability Officer tradicional el que estaba exponiendo. Tuvimos a vicepresidentes de bancos, a financieros, a otro perfil de expositores que no es el tradicional de los eventos de sustentabilidad, donde solemos ser los de sostenibilidad los que estamos. Entonces, que el 80% de los expositores hayan sido tomadores de decisión C-level, pero no los tradicionales de sostenibilidad, creo que también le dio otro carisma y un nuevo empuje que es importante destacar, y que ojalá en toda Iberoamérica nos vayamos moviendo a que no seamos los mismos hablando entre convencidos. Se trata de retar a liderazgos empresariales de otras áreas no tradicionales a que se sienten en la mesa a hablar de sustentabilidad. Y creo que lo conseguimos. Porque el haber movido la aguja con el tema de finanzas sostenibles nos permitió captar a otro público con el que antes no habíamos trabajado.

Diría que, en general, esos son los elementos que nos hacen tener una calificación y una evaluación positiva de lo que fue el evento: temas de cobertura y de convocatoria.

Tal vez lo último e importante que quisiera mencionar es que, en el evento, estuvo la presentación de Peter Prazmowski respecto a cómo podemos llevar el tema de la sostenibilidad a que tenga incidencia en políticas públicas: que los gobiernos, los Estados y los países de Latinoamérica puedan entender cómo República Dominicana está haciendo planes y construyendo visiones de largo plazo que tomen en cuenta al sector privado, a las alianzas público-privadas y a las alianzas multisectoriales. Ahí hay una conversación pendiente en sostenibilidad. Creo que hemos estado muy aislados de lo público, y el caso de Peter Prazmowski, de República Dominicana, evidenció que o aprendemos a trabajar en conjunto entre lo público y lo privado, o no vamos a poder hablar nunca de un verdadero desarrollo sostenible en la región. Y eso no es una tarea exclusiva del sector privado. Creo que logramos evidenciar que es indispensable el diálogo multiactor, pero principalmente público y privado. Porque ahora, después de esa presentación, que se estén dando conversaciones de muy alto nivel entre el gobierno de Guatemala y el gobierno de República Dominicana para hacer un intercambio de mejores prácticas, de lo que está pasando con el Plan Meta 2036, nos hace sentir muy satisfechos de haber logrado sembrar esa semilla y de que esto se esté materializando en conversaciones de largo plazo.

A principios de año CentraRSE presentó su plan operativo 2025 para colocar al Sector Privado como un motor de cambio ¿Cómo piensan hacerlo?

Ese tal vez fue uno de nuestros hitos más ambiciosos, porque significaba retarnos a nosotros mismos para ver qué capacidad real teníamos de incidir en el ecosistema empresarial de Guatemala y de la región, con el fin de sumar a más empresarios y líderes empresariales a que entendieran la sostenibilidad como ese motor de transformación empresarial.

Y lo hemos pensado. Y los hitos que hemos logrado alcanzar en esta evaluación —que justamente estamos realizando con el equipo a mitad de año, como cuando uno mide si se han cumplido ciertas metas propuestas— nos muestran que, en lo que va del año, más de 400 líderes empresariales han asistido a nuestros eventos y están implementando alguna de nuestras iniciativas. Desde nuestro curso de inteligencia artificial y sostenibilidad, hasta el programa de reportes y reportería que estamos implementando, pasando por nuestro programa de desarrollo con rostro de mujer. Además, los espacios específicos que hemos desarrollado con el sector financiero también han logrado atraer atención.

Voy a poner un último ejemplo: tuvimos un almuerzo con la Asociación de Bancos de Guatemala, convocado por ellos en el marco del Foro Iberoamericano. Se sentaron todos los CEOs de la banca a conversar en un almuerzo sobre la importancia de las finanzas sostenibles en el país. Lograr que a tan alto nivel la agenda de sostenibilidad esté en la mesa, y que seamos nosotros quienes la estamos sirviendo, es una forma de comprobar que efectivamente estamos haciendo, por lo menos, un gran esfuerzo por concientizar al sector privado para que vea la sostenibilidad como un modelo de negocio dentro del modelo de negocio. Entonces, creo que lo estamos logrando.

Sin embargo, todavía hay retos enormes por cumplir. Lo vimos también ahora a nivel de la región centroamericana y del Caribe. Estamos haciendo mucho, pero los indicadores económicos y sociales no están cambiando de manera significativa. No obstante, sí es cierto que al menos estamos consiguiendo que en la mesa de discusión del sector empresarial la sostenibilidad ocupe un lugar mucho más privilegiado del que tenía hace 5, 10, 15 o 20 años.

¿Qué proyectos tienen pensado encarar en el futuro?

Lo que puedo adelantar es que ya estamos a mitad del proceso de nuestro Plan Estratégico 2026-2030, para los próximos cinco años.

Diría que ahí hay cuatro iniciativas que seguramente no van a faltar en este plan. La primera es el tema de finanzas sostenibles. Acabamos de lanzar la primera Taxonomía Voluntaria Social y ya estamos en conversaciones en distintos espacios. Así que el tema de finanzas sostenibles sigue siendo un asunto que no vamos a abandonar.

El segundo es todo el tema de transformación digital e inteligencia artificial vinculada a la sostenibilidad. Concluimos recientemente, con más de 20 empresas, la primera cohorte de nuestro curso de formación sobre inteligencia artificial aplicada a la sostenibilidad. Creo que esa es una tendencia y algo en lo que vamos a seguir trabajando de manera permanente.

El tercero es la sostenibilidad para la competitividad, que es algo en lo que hemos estado trabajando y que se evidenció en el marco del Foro Iberoamericano. Tal vez el esfuerzo más grande es que vamos a elevar la conversación a nivel de la región centroamericana y del Caribe. La idea es llevar este mismo nivel de diálogo a espacios como el del Subsistema de Integración Económica Centroamericana (SIECA), porque en la región centroamericana debemos aprender a vernos como bloque para poder tener incidencia. Los países de la región somos muy pequeños para trabajar iniciativas de manera aislada. En cambio, a nivel regional, como bloque sí podemos tener una incidencia para enfrentar problemáticas comunes como la migración, el narcotráfico, el desempleo o el cambio climático. Todos los desafíos son compartidos y necesitamos vernos como bloque para salir adelante, y entender que, para abordar estos retos y cerrar las brechas de desigualdad e índices que cada país enfrenta, el trabajo conjunto sería más efectivo.

Y el cuarto, que es el más retador, es que frente a tanto cambio geopolítico, frente a tantos ataques al discurso de sostenibilidad —que hemos venido observando en los últimos dos años y que han alterado el tono de la conversación respecto a si la sostenibilidad sigue vigente o si es solo un tema ideológico— necesitamos construir una narrativa que blinde a la sostenibilidad. Para nosotros, los próximos cinco años son el período en que vamos a solidificar la apuesta de valor que siempre hemos defendido: hacer de la sostenibilidad un transformador empresarial, sacándola del discurso ideológico o político y llevándola a la cuenta de resultados. En estos próximos cinco años queremos comprobar, con números, que la sostenibilidad es, en primer lugar, rentabilidad, productividad y la manera en que las empresas pueden y deben contribuir al desarrollo de nuestras sociedades en Latinoamérica. Todavía tenemos democracias frágiles e institucionalidades muy débiles, y es en esta cuarta iniciativa donde buscamos plantear el rol de las empresas como ciudadanos corporativos, desde una ciudadanía corporativa responsable, para realmente mover la aguja del desarrollo en Guatemala y en la región. Por eso creo que la construcción de esta narrativa de las empresas como ciudadanos corporativos para la transformación económica, social y para la protección ambiental es fundamental. Pero hay que construir una narrativa que blinde a la sostenibilidad de todos estos ataques, para demostrar que, ante todo, es un modelo de negocios exitoso.

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