En 2023, el empleo en el sector de las energías renovables experimentó un crecimiento sin precedentes, alcanzando 16,2 millones de puestos de trabajo a nivel global. Este aumento representa un salto significativo del 18 % en comparación con los 13,7 millones registrados en 2022, según el informe conjunto de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este crecimiento destaca el papel central de las energías renovables en la transición energética mundial, aunque también expone algunas desigualdades en la distribución geográfica de estos empleos.

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El análisis titulado “Renewable Energy and Jobs – Annual Review 2024” revela que gran parte de esta expansión se concentró en un solo país: China. En 2023, aproximadamente dos tercios de la nueva capacidad de energías solares y eólicas se instalaron allí, lo que situó al país como el líder indiscutible en el sector, con 7,4 millones de empleos, casi la mitad del total global. Este dominio chino plantea interrogantes sobre la concentración del crecimiento en ciertas regiones, dejando a otras con una participación marginal.
En contraste, otros actores relevantes, como la Unión Europea, Brasil, Estados Unidos e India, registraron cifras mucho menores. La Unión Europea, por ejemplo, contabilizó 1,8 millones de empleos, mientras que Brasil alcanzó los 1,56 millones, impulsado principalmente por la industria de biocombustibles. En Estados Unidos e India, las cifras rondaron el millón de empleos cada uno, lo que evidencia una dinámica desigual en la creación de empleo dentro del sector.
El sector de la energía solar fotovoltaica fue el principal motor del crecimiento, representando 7,2 millones de empleos a nivel global. De esa cifra, 4,6 millones provinieron de China, que se ha consolidado no solo como el mayor fabricante, sino también como el principal instalador de esta tecnología. El crecimiento en China también ha tenido efectos colaterales en el sudeste asiático, donde países como Vietnam y Malasia han comenzado a posicionarse como exportadores clave de tecnología solar, creando empleos en la región.
A pesar de estos avances, la distribución del empleo en energías renovables sigue siendo desigual. En África, por ejemplo, el sector empleó a solo 324.000 personas en 2023, una cifra relativamente baja considerando el potencial de la región. El informe subraya la importancia de invertir en soluciones descentralizadas de energía, especialmente en áreas rurales, donde estas tecnologías podrían mejorar el acceso a electricidad y generar oportunidades de empleo. Sin embargo, el financiamiento global destinado a África sigue siendo limitado.
Francesco La Camera, director general de IRENA, señaló en el informe la necesidad de una mayor cooperación internacional para cerrar estas brechas y garantizar que los beneficios de la transición energética no se concentren en unas pocas regiones. “El mundo debe hacer más para apoyar a las regiones marginadas que aún no se benefician de la creación de empleo en el sector de las energías renovables“, afirmó La Camera.
Por su parte, el sector de los biocombustibles mostró una dinámica positiva en Brasil, donde se creó un tercio de los 2,8 millones de empleos globales en esta industria. En Indonesia, el crecimiento de la producción de biocombustibles también fue notable, lo que convirtió al país en el segundo mayor empleador en este sector.
Sin embargo, no todos los sectores energéticos experimentaron un crecimiento. La energía hidroeléctrica, que ha sido un pilar tradicional en muchos países, registró una disminución en el número de empleos, cayendo de 2,5 millones en 2022 a 2,3 millones en 2023. Esta caída puede estar relacionada con la desaceleración en la construcción de nuevos proyectos hidroeléctricos en varias regiones.
A medida que avanza la transición energética, el informe subraya la importancia de que las políticas públicas no solo se enfoquen en la expansión de la capacidad de generación, sino también en la creación de empleos de calidad. Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT, destacó la necesidad de invertir en educación y capacitación para preparar a la fuerza laboral para los desafíos de la transición. “Una transición energética justa y sostenible requiere que los trabajadores tengan las habilidades necesarias para acceder a empleos decentes, y para ello es crucial abordar las desigualdades existentes”, indicó Houngbo.
Si bien los avances en el empleo en energías renovables son innegables, la distribución geográfica del crecimiento y la falta de inclusión en ciertas regiones y grupos sociales sugieren que aún queda un largo camino por recorrer. El informe llama a una mayor colaboración internacional para garantizar que los beneficios de la transición energética se distribuyan de manera equitativa y que todas las regiones y comunidades puedan participar de los empleos del futuro.