Así lo afirma Laura Gutiérrez, Responsable Comunicación y Comunidad en Unipar, quien en entrevista con Sustenomics revela las lecciones aprendidas luego de los dos eventos climáticos de magnitud que sufrió la ciudad de Bahía Blanca en el lapso de un año y medio. La importancia del trabajo en articulación y las alianzas estratégicas, los desafíos de la logística ante la emergencia, la movilización rápida de los CEOs de las compañías con presencia en la ciudad, la importancia de trabajar en información y en concientización, cómo van a encarar el tema de la salud mental debido al trauma generado, y el trabajo del Consejo Comunitario Consultivo, entre los destacados.

Foto: Laura Gutiérrez, Responsable Comunicación y Comunidad en Unipar.
Uno de los destacados del último Reporte que publicaron es el trabajo de reconstrucción de la ciudad de Bahía Blanca luego del temporal ocurrido en diciembre del 2023 ¿Qué lecciones les dejó esa experiencia en cuestiones de sustentabilidad?
Como gran lección lo primero que quiero destacar es el trabajo en equipos multidisciplinarios, el trabajo con un objetivo en común y desde distintos lugares que se realizó. Porque la necesidad de reconstrucción de la ciudad nos interpeló a todos los vecinos de la ciudad.
Unipar es una empresa que está muy ligada a la historia de la ciudad, está formada principalmente por empleados que viven en Bahía Blanca. Todos los empleados fuimos convocados de forma personal. Y la empresa no podía estar afuera de esa necesidad que tenían sus colaboradores, que tenía su comunidad, y que también tenía su operación. Toda esa situación de emergencia nos unió, e hizo que todo fluyera mucho más rápido.
También aparecieron las alianzas estratégicas, que creo que fue un gran caso de éxito. Nosotros estamos muy orgullosos en Bahía Blanca, como empresa, de haber sido parte, y en lo personal de haber conseguido que todo haya fluido tan bien.
Desde Unipar nos unimos a seis empresas, que en realidad fueron nueve, pero seis son con las que ya teníamos algún tipo de vínculo porque pertenecen al polo petroquímico de Bahía Blanca. Además, nos unimos con la municipalidad, como un gran representante del sector público, que nos congregó, nos aunó y nos ordenó. Y con más de un centenar de instituciones de la sociedad civil, a través de las cuales pudimos llegar a los vecinos.
Considero que todo ello fue una alianza estratégica virtuosa entre lo público, lo privado, y la sociedad civil. Creo que fue un gran caso de éxito, un orgullo y una lección aprendida. Porque nos dejó un procedimiento y un know how sobre cómo tener que actuar ante un evento ambiental de magnitud. Además, pensar en una comunidad donde todos estemos más incluidos es un mandato de todos los actores, políticos, públicos y privados.
Nosotros en Unipar tenemos un gran compromiso con disminuir las diferencias, disminuir las inequidades que existen. Ese es un compromiso que tiene la compañía en su razón de ser. Por eso hace su toda su actividad de apoyo en proyectos sociales, y tiene como objetivo final disminuir las inequidades sociales que existen. Y detrás de esos objetivos, creo que esta experiencia, el aprendizaje de cómo funcionamos, y cómo trabajamos de forma mancomunada, nos dejó una muy buena dinámica como para seguir trabajando a futuro.
Pocas semanas después de publicado el Reporte, Bahía Blanca sufrió una grave inundación. Qué balance hace de esta nueva situación de catástrofe a la que se vieron expuestos?
Bahía Blanca va a necesitar de una reconstrucción, en la que el sector privado va a tener que tomar un rol protagónico. Pero esta vez los daños son tan grandes que solo con el aporte del sector privado bien articulado no va a alcanzar. Ya se habla, por ejemplo, de la necesidad de créditos internacionales. Porque la infraestructura de la ciudad quedó muy en vilo.
Como mencionaba en la pregunta anterior, creo que la experiencia del temporal del año 2023 nos dio una gimnasia que tenemos que aprovechar. Porque este año las cosas sucedieron más rápido. Por ejemplo, la respuesta se articuló mejor porque ya se sabía qué hacer, no había que improvisar. A diferencia del temporal anterior también tuvimos la solidaridad de muchos municipios de la región que nos han enviado ayuda para poder atender la emergencia y la recuperación.
Además, pasado el temporal del 2023 se creó un Comité en la municipalidad donde se diagramó el plan Reconstruir Bahía, que tiene cinco ejes, y donde fuimos convocados el sector privado, mayoritariamente el petroquímico, para ver cómo podíamos participar.
Algo importante a tener en cuenta es que en la inundación de este año la afectación ha sido muy individual. No es solo de las instituciones, como fue el post temporal del 2023 donde los clubes y las escuelas eran las que más habían sufrido la devastación del temporal. Ahora la afectación es muy del negocio, del emprendedor, del profesional, la casa, el auto; es muy individual.
Y, por otro lado, también está todo lo que sucedió con las organizaciones de la sociedad civil, que sufrieron mucho en su infraestructura, y necesitan volver a brindar su servicio.
¿Qué lecciones se aprendieron del temporal de 2023 que les hayan servido para la inundación del 2025?
Primero los mecanismos de respuesta. Tener mecanismos de respuesta y procesos hizo todo mucho más rápido. Por ejemplo, tres días después del temporal ya había toda una red de dónde se iban a distribuir donaciones y dónde se iba a dar atención. En el temporal pasado llevó más de 10 días armar esa red, y fue muy de prueba y error.
En la inundación de 2025 a las pocas horas ya se sabía cuáles eran los 20 centros de evacuados, los cuales se abrieron ese mismo 7 de marzo, porque ya se tenía la experiencia de haberlo trabajado todo el año anterior. Entonces fue mucho más rápida la respuesta.
Después también hubo una cantidad de donaciones que llegaron a Bahía Blanca que es histórica. La solidaridad de Argentina y del exterior fue enorme, pero ello significó también un desafío a nivel logística. Porque eran cientos de camiones que entraban todos los días, y había que descentralizar la recepción, pero también había que clasificarlos y había que darle determinado orden.
Con respecto al rol de Unipar, nosotros no trabajamos activamente en eso. La municipalidad trabajó muy fuerte con todo lo que son los clubes y algunas organizaciones sociales muy grandes. Lo que nosotros hicimos fue dar una respuesta inmediata con el suministro de la lavandina, que es un producto nuestro.
También ya sabíamos, por la experiencia anterior, que cuando hay que poner en marcha las instituciones y la vida cotidiana, se necesita desinfectar, se necesita limpiar. Y nuestro producto es un insumo esencial. Entonces nosotros con anticipación empezamos a diagramar cómo iba a ser la distribución, para distribuir de manera rápida la lavandina en diferentes puntos de la ciudad. Y lo que hicimos fue decirle al municipio que no se preocuparan por el abastecimiento de este insumo crítico en lugares estratégicos, porque de eso nos encargábamos nosotros. Ahí sí trabajamos articulados.
Otro dato interesante es que hubo una movilización muy rápida de los CEOs de las compañías con presencia en Bahía Blanca, porque ya tienen los grupos armados, ya se conocen, porque ya hubo un camino transitado y no había que comenzar de cero. Por eso fue más rápido todo, estuvo como más articulado. Creo que esa fue una experiencia muy positiva.
Después el trabajo social, voluntario y comunitario también estaba mucho más aceitado. La gente que logró tener daños menores enseguida se movilizó. Hubo como un efecto contagio donde no había que ponerse a pensar porque el camino ya estaba marcado. Había que salir a hacer. Creo que eso fue una enseñanza que como sociedad tuvimos después de la vez anterior.
¿Considera que el sector privado piensa con la lógica de que las catástrofes les pueden afectar?
Creo que hay una revisión obligatoria de los manuales de crisis en el sector privado debido a las catástrofes. Porque las hipótesis que se suelen abordar son tener algún tipo de problemática con la forma de producción, con el producto, con los clientes, con la reputación. No se suele pensar en estos eventos tan transversales. Entonces creo que una enseñanza es la necesidad de replantear los planes de contingencia de los privados.
Creo que también las ciudades tienen que empezar a tener planes de contingencia. Bahía Blanca tiene un entrenamiento importante, que es el proceso APELL de la ONU (Awareness and Prevention for Local Emergency Response). Es un programa de concientización y enseñanza para preparar a las comunidades sobre cómo tienen que reaccionar en caso de una emergencia tecnológica, para que las comunidades sepan cómo actuar ante eso. Porque puede haber recomendaciones de confinamiento, o de evacuación ante riesgos inminentes o riesgos potenciales.
En ese marco, el sector de Ingeniero White, que es donde está el polo petroquímico y que es el sector de jurisdicción del proceso APELL, tiene esto en su cabeza. Pero el resto de la ciudad no. La ciudad no tiene un protocolo de catástrofe.
Y algo que se vio, y que lamentablemente costó la vida de algunas personas en esta catástrofe, fue la falta de información previa. Creo que se va a tener que empezar a trabajar en información y en concientización para prepararse para las catástrofes. Y también un régimen de información de las alertas masivas creo que va a ser clave.
En 2025 las alertas acá funcionaron, a diferencia de diciembre de 2023. Pero todavía el público que se informa de las alertas sigue siendo un público menor. Y mucha gente no estaba informada de la magnitud de este evento. Creo que necesitamos todavía medios más eficientes en la distribución de los alertas. Me parece que hay que adecuar mucho los protocolos de acción antes de la crisis, y la educación, la concientización y el sistema de alertas con la gente. Creo que eso va a ser clave y es un tema que pasa a estar en la agenda.
¿Cómo se organizaron internamente para ayudar a los colaboradores?
Ahí aparece la gimnasia de ser parte de una empresa que trabaja con comité de crisis, que trabaja con manual de crisis, que tiene un procedimiento de cómo tiene que actuar. Pese a que estas no sean las hipótesis más ensayadas. Pero el ejercicio y la mentalidad ya está.
Nosotros sabemos que ante cualquier situación lo primero que hay que hacer es colocar la fábrica en condición segura. Somos empresas de procesos continuos, 24/7 con las plantas funcionando. Entonces lo primero que hay que hacer es tener a todo el personal operacional muy bien capacitado, sobre todo en el plan de contingencia para que coloque la planta en operación segura.
Una instalación en condición segura significa que fueron accionados los procesos y maniobras necesarias para la neutralización o combustión segura de productos químicos en proceso y que los equipos no corren riesgo.
Afortunadamente en los tres episodios climáticos que tuvo la ciudad en menos de dos años ninguna planta del polo petroquímico tuvo un incidente que sume más complejidad a la situación. Creo que tiene que ver con esto de tener manuales de crisis, de tener flujos de trabajo, tener personal operativo muy idóneo y muy capacitado en cómo responder ante la emergencia.
Una vez que la planta está en condición segura, primero para las personas que están adentro de las plantas, segundo para la comunidad, y tercero para la infraestructura, ahí se empieza a tener planes de atención para decir cómo está la propia gente.
Nosotros algo que hicimos fue saber cuál era la situación de todo nuestro personal para ver si había personal que necesitaba una atención o una intervención inmediata. En Unipar somos alrededor de 500 personas de forma directa en Bahía Blanca trabajando para la empresa. Tuvimos 40 afectados graves que han perdido su vivienda, que tuvieron que evacuarse e ir a un centro de evacuados, o irse a la casa de un familiar porque su casa no estaba en condiciones. Tuvimos 40, casi el 10%. Y también tuvimos otros 40 empleados más con afectaciones menores. O sea, en total llegó a casi a 80 personas.
Lo primero que se hizo fue ese relevamiento de saber cómo estaba nuestra gente. Intentar con los que no nos podíamos comunicar, que eran de las zonas más afectadas, ir presencialmente a los lugares, recorrer puerta por puerta, intentar ir a los centros de evacuados para ver si estaban ahí, para tener información para ver cuál era el grado de integridad de nuestra gente. Esa fue una de las primeras respuestas. Y ahí también se empezó a pensar cuál iba a ser la primera acción de contingencia o de ayuda a la comunidad y a nuestros empleados. Algo para destacar es que hubo mucha movilización particular de los empleados de la empresa, de manera espontánea, para ayudar. También tuvimos una masa de proveedores y de clientes de todo el país que se movilizaron y rápidamente se comunicaron con Unipar para preguntarnos en qué nos podían ayudar.
Entonces darse vuelta, hablar con el municipio, hablar con las instituciones, decir qué necesitan. El gran trabajo de Unipar estuvo en la articulación de recursos, dar atención temprana con nuestro producto, y también ayudar a nuestros empleados y a nuestros colaboradores que tenían mucha voluntad de ayuda. Porque hay personas que dicen que quieren ir a ayudar pero no saben por dónde empezar, porque no tienen una actividad social permanente.
Y, por último, algo que también la empresa hizo fue dar una ayuda económica muy importante a los empleados damnificados con créditos a tasa cero, y con un depósito del dinero a una semana del temporal, que llegó en algunos casos hasta 10 millones de pesos. Esta acción la hizo Unipar, al igual que en diciembre de 2023.
¿El tema de la salud mental debido a las catástrofes lo tienen en agenda?
En Unipar estamos saliendo con un programa de acompañamiento a la salud mental. Va a ser una intervención que vamos a poner a disposición de la comunidad.
Nosotros tenemos el Consejo Comunitario Consultivo que desarrolla proyectos en materia de seguridad, salud y medio ambiente. Y me parece que el tema este año va a ser salud mental, el tema del manejo del trauma, de cómo reconvertirse. Porque hay gente que perdió su casa, que perdió su trabajo, perdió su auto, algunos incluso perdieron familiares.
Estamos trabajando en un programa hecho con psicólogas y trabajadoras sociales, que va a ser un un ciclo que va a durar dos o tres meses. La idea es poner a disposición de la comunidad diferentes talleres, grupos de autoayuda, conversatorios, y sesiones individuales. Porque es diferente la persona que perdió un ser querido, que la persona que perdió su medio de vida, que la que perdió su casa. Además, hay mucha gente que no tuvo quizás una afectación en lo personal pero se puso a disposición de la comunidad, y hoy por hoy tiene una afectación mental por todo lo que vio, todo lo que escuchó.
Al margen de que este año todo lo que era salud mental también lo íbamos a trabajar con el personal de fábrica, con nuestros colaboradores, creo que ahora hay que sumarle el tema del trauma vinculado a los eventos climáticos. Porque se ve que pasó a ser una realidad y hay que prepararse para el próximo evento.
Mencionó al Consejo Comunitario Consultivo ¿Cómo es el trabajo que realizan allí?
El Consejo Comunitario Consultivo (CCC) es una mesa de diálogo. El origen está en el programa Responsability Care, que es un programa de actuación responsable promovido por la ONU a la que muchas empresas adscriben. En nuestro caso, tanto en Brasil como en Argentina, lo hacemos a través de las Cámaras Químicas que adscriben a este programa.
En Argentina, el programa llega en los años 90 y se lo conoce como PCRMA (Programa de Cuidado Responsable del Medio Ambiente), que es la adaptación local que hace la Cámara Química al Responsability Care. Básicamente, una de las buenas prácticas que sugiere es que las empresas que tenemos una actividad química o petroquímica tendríamos que tener mesas de diálogo con la comunidad, para tener una comunicación directa, transparente, y poder explicar sobre procesos o sobre actividades que quizás no son de dominio público. Así nace la génesis del CCC.
Pero como nosotros quisimos ir un paso más allá, lo que decidimos hacer para darle un leit motiv al CCC, es que además de ser una mesa de diálogo directa donde los vecinos pueden interpelar al director industrial de nuestra fábrica o al responsable de seguridad, además de tener esa línea directa sin intermediación de comunicación, quisimos que el CCC pueda llevar adelante proyectos sociales que mejoren la calidad de vida de esta comunidad, que es la comunidad que forma parte de nuestra mesa de diálogo, que es la comunidad que vive más cerca de nuestras operaciones. O sea, mejorar la calidad de vida a través de proyectos sociales vinculados a la seguridad, a la salud y al medio ambiente.
Este grupo, que hoy por hoy son alrededor de 25 vecinos, son consejeros que representan a instituciones de la comunidad. Este es un formato que nosotros lo tenemos en todas nuestras fábricas. Porque justamente tiene que tener esta representatividad para poder entender cuáles son las problemáticas, las dudas, y las necesidades que tiene esa comunidad. Luego lo que también hacemos es llevar adelante muchos proyectos sociales. Por ejemplo, proyectos de concientización, o de educación en lo que es tratamiento de residuos, o en temas de salud donde trabajamos en promover muchas campañas de buenos hábitos o de hábitos saludables.
Lo que tiene de virtuoso el CCC es que la necesidad la plantea la comunidad a través de sus consejeros, no es que nosotros imponemos agenda. Además, todos los años se eligen los consejeros en una votación a través de un proceso democrático y muy transparente. Porque no es que la empresa elige quién es consejero. Y esa es una de nuestras principales herramientas de comunicación directa que tenemos con la comunidad.
¿Cómo entienden la relación entre la industria química y el desarrollo sostenible?
En Unipar estamos convencidos, y nuestros más de 50 años de historia nos ratifican, de que es posible el desarrollo de una actividad industrial petroquímica en sintonía y en comunidad con el ambiente y la calidad de vida de las personas. Ese es nuestro mandato, es nuestra razón de ser. Porque no podemos producir químicos que van a terminar en productos finales que mejoran la calidad de vida de las personas, si para producirlos perjudicamos la calidad de vida de las personas.
Todos nuestros procesos productivos tienen que cumplir con eso. Nuestro eslogan es que hacemos que la química suceda, y eso implica que la química humana también suceda, para que seamos un agente de transformación, para desarrollar a la comunidad más allá del producto final que entregamos al mercado.


Fotos: Planta de Unipar en el polo petroquímico de Bahía Blanca.