La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) finalizó este fin de semana con un acuerdo de financiamiento que, aunque significativo en términos monetarios, ha sido calificado como insuficiente para abordar la creciente crisis. Los países desarrollados se comprometieron a aportar 300.000 millones de dólares anuales para apoyar a las naciones en desarrollo, pero la meta queda lejos de los 1,3 billones de dólares que estas habían solicitado para enfrentar los impactos del cambio climático y avanzar hacia una transición energética justa.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, describió el acuerdo como una “base sobre la que construir“, pero reconoció que el resultado no está a la altura de los desafíos actuales, marcados por temperaturas récord, desastres naturales y una brecha persistente entre los compromisos climáticos y las necesidades reales. “La ciencia es clara: debemos acelerar la acción en esta década para evitar que el cambio climático se salga de control”, subrayó Guterres en su discurso de clausura.
Financiación insuficiente y promesas inciertas
El acuerdo incluye una hoja de ruta que busca aumentar el financiamiento hasta 1,3 billones de dólares para 2035, pero los críticos han señalado que este plan carece de garantías concretas. Según Manuel Pulgar-Vidal, líder global de Clima y Energía de WWF, el resultado “defrauda al mundo” y pone en riesgo los esfuerzos globales para proteger a las comunidades vulnerables.
“La COP29 no envió un mensaje claro sobre la urgencia de reducir emisiones ni sobre la necesidad de abandonar los combustibles fósiles”, advirtió Fernanda Carvalho, de WWF.
En paralelo, los países lograron un avance en la regulación de los mercados globales de carbono, diseñados para incentivar la reducción de emisiones mediante el comercio de créditos. Sin embargo, las críticas apuntan a que este avance técnico no compensa la falta de ambición en otros aspectos fundamentales de la acción climática.
Un escenario geopolítico complejo
La COP29 se desarrolló en un contexto de crecientes divisiones geopolíticas, lo que complicó las negociaciones. A pesar de ello, Guterres elogió a los negociadores por haber alcanzado un consenso en un entorno difícil.
Además, el acuerdo de financiamiento de la COP29 se produjo cuando todos los países deben presentar planes climáticos nacionales más sólidos el próximo año (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional o NDC, por sus siglas en inglés). Estos nuevos planes climáticos deben abarcar todos los gases de efecto invernadero y todos los sectores, para mantener el límite de calentamiento a menos de 1,5 °C.
El próximo gran reto será la COP30, que se celebrará en Belém, Brasil, en noviembre de 2025, donde se espera que la presidencia brasileña impulse un aumento significativo en la financiación y un compromiso renovado hacia la transición energética y la adaptación climática.
Con la ventana para limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius cerrándose rápidamente, las críticas al acuerdo alcanzado en Bakú refuerzan la urgencia de convertir los compromisos en acciones concretas. Como lo expresó Guterres: “Los compromisos deben convertirse rápidamente en dinero en efectivo”.
Las implicancias para el mundo de los negocios, según el WBCSD
Desde la perspectiva del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), los resultados de esta cumbre tienen profundas implicancias para el sector privado, marcando tanto retos como oportunidades en el camino hacia una economía sostenible. A continuación resumimos las principales ideas que publicó la organización:
- El protagonismo de las finanzas climáticas. Para el WBCSD, el sector privado se perfila como un actor central en este esfuerzo. Consideran que las empresas deben liderar con asociaciones innovadoras y estrategias de inversión alineadas con objetivos climáticos. En particular, se espera que los flujos financieros se dirijan a mercados emergentes, donde las necesidades de infraestructura sostenible y adaptación son críticas. Explican que aunque el acuerdo no impone obligaciones al sector privado, sí envía una señal clara: la inversión temprana en acción climática no solo es ética, sino económicamente estratégica.
- Mercados de carbono e incentivos empresariales. Para las empresas, este avance genera oportunidades de colaboración con gobiernos y comunidades para financiar proyectos de mitigación y adaptación. Sin embargo, el WBCSD enfatiza la importancia de garantizar estándares de calidad y salvaguardas para que las soluciones basadas en la naturaleza y las comunidades no queden relegadas.
- Transición hacia energías limpias: el rol del sector privado. El WBCSD señala que a pesar de la falta de un consenso en la COP29 para incluir compromisos explícitos sobre la eliminación de combustibles fósiles, el sector empresarial ya está liderando el cambio hacia energías renovables y tecnologías limpias. La implementación del Acuerdo de Balance Global de la COP28, que refuerza el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5°C, impulsa a las empresas a transformar sus cadenas de suministro y apostar por modelos sostenibles.
- El llamado a una mayor inclusión y acción concreta. El WBCSD destaca que el proceso de las COP debe evolucionar hacia una mayor implementación y menos negociaciones. La Agenda de Acción de las COP, que busca movilizar a actores no gubernamentales, ofrece una plataforma clave para que las empresas colaboren con gobiernos y aceleren la acción climática en sectores críticos.